La iniciativa tiene un trasfondo pedagógico y educativo y es totalmente voluntaria tanto para los alumnos como para sus padres, que son los receptores y verdaderos ejercientes de la responsabilidad de sus hijos durante la expulsión y quienes deben autorizar su participación en el proyecto. Si no es así, los alumnos cumplirán su expulsión en su domicilio.

En el caso de que los padres acepten que sus hijos se acojan a este programa educativo, se pondrá en marcha un engranaje en el que intervienen una serie de profesionales municipales y de los Institutos de Educación Secundaria (IES), encabezados por un orientador juvenil, que será quien dispondrá qué tipo de actividad realice ese alumno y en qué centro alternativo.

Hasta el momento, seis centros alternativos se han adscrito a este proyecto: la Biblioteca Municipal; el Centro de Día de Mayores; la Concejalía de Servicios Sociales; la empresa de servicios Geseral; la Concejalía de Juventud, y la Policía Local, donde podrán realizar tareas relacionadas con cada uno de ellos.

El objetivo del programa es, por un lado, que el alumno reflexione sobre el comportamiento que ha tenido en la acción que ha realizado y tome conciencia de su conducta, y por otro, que conozca de primera mano el entorno social que le rodea y reducir así el número de expulsiones escolares.