Según informó Unicef, a pesar de que el mes pasado ya advirtió de que más del 71% de los libaneses podrían quedarse sin agua durante el verano, “esta peligrosa situación ha continuado, con servicios críticos como el agua y el saneamiento, las redes eléctricas y la atención médica “bajo una enorme presión”.

A su vez, señaló instalaciones vitales como hospitales y centros de salud no han tenido acceso a agua potable debido a la escasez de electricidad, lo que ha puesto vidas en riesgo.

Ante esta situación, recalcó que, si cuatro millones de personas son forzadas a recurrir a “fuentes de agua costosas e inseguras”, la salud y la higiene públicas “se verán comprometidas”, pudiéndose producir un aumento de las enfermedades transmitidas por el agua y un alza de los contagios por coronavirus.

Por ello, reclamó la “restauración urgente” del suministro de energía, la “única solución” para mantener los servicios de agua en funcionamiento, al tiempo que instó por la “formación urgente” de un nuevo gobierno en Líbano que lleve a cabo las reformas que permitan superar la crisis actual y, de este modo, se garantice el acceso al agua y a todos los servicios básicos.

Por último, expuso que sus equipos “están trabajando incansablemente, en circunstancias increíblemente difíciles, para prestar servicios que salvan vidas y continuar apoyando la respuesta a la COVID-19, incluso con el despliegue de vacunas y una mayor expansión de los programas”.