Lo hizo a través de unas declaraciones de su jefe de Operaciones sobre el Terreno y Emergencias en Afganistán, Mustapha Ben Messaoud, quien, tras dos semanas visitando Kandahar, Herat y Kabul, denunció que infinidad de niños -de edades tan cortas como los diez meses- están heridos o “gravemente desnutridos”.

Esto le sirvió para recordar que desde enero más de 550 menores afganos han muerto y 1.400 han resultado heridos, lo que supone el mayor número de niños y niñas muertos y mutilados desde que la ONU inició los registros en Afganistán.

A su vez, constató que la mitad de la población (18 millones de personas, 10 millones de los cuales son niños) necesita ayuda humanitaria. Para todas ellas, reclamó a los talibanes y a las partes en conflicto “acceso y todas las garantías de seguridad que conlleva dicho acceso”.

Unicef avanzó que uno de cada dos niños y niñas menores de cinco años sufrirá desnutrición grave este año, lo que su sumaría al “aumento de violaciones graves”, especialmente el reclutamiento de menores por grupos armados.

Ante esta situación, exigió a los talibanes y a todas las demás partes el cumplimiento de sus obligaciones en virtud del Derecho Internacional Humanitario y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, y que protejan la vida y los derechos de todas las personas, incluidas las mujeres y las niñas.

Por su parte, dejó claro que Unicef seguirá trabajando en Afganistán, para lo cual reclamó un “acceso inmediato y sin obstáculos a las zonas de difícil acceso, para que podamos brindar el apoyo que la población afgana tanto necesita, especialmente quienes pagan el precio más alto: mujeres y niños”.

Por último, exhortó a “poner fin a las violaciones”, instó a “proteger los derechos de las niñas conseguidos con tanto esfuerzo, incluido el derecho a la educación”, y abogó por “proporcionar ayuda humanitaria a los millones de niños que lo necesitan”.