Estas personas necesitaban sobre todo ayuda en efectivo y alimentos, aseguró Unicef, "y así sigue siendo".

Según una encuesta realizada por esta agencia, un tercio de las familias con niños menores de 18 años dijeron que al menos uno de ellos "aún mostraba signos de angustia psicológica". En el caso de los adultos, es casi la mitad.

La investigación muestra también que dos de cada tres familias (el 68,6%) carecen de acceso a atención sanitaria o a medicamentos desde las explosiones. Para empeorar las cosas, una de cada cuatro tenía al menos un miembro que dio positivo en Covid-19.

“Un año después de aquellos trágicos hechos, las vidas de los niños siguen profundamente afectadas. Eso es lo que nos cuentan los padres”, aseguró Yukie Mokuo, representante de Unicef en Líbano.

“Las familias han estado luchando por recuperarse de los efectos de las explosiones en el peor escenario posible: en medio de una crisis económica devastadora y de una gran pandemia”, agregó.

Las explosiones destrozaron grandes zonas de Beirut y dejaron más de 200 muertos –entre ellos seis niños- y más de 6.500 heridos, incluidos 1.000 menores.

Dado que muchos negocios quedaron destruidos, decenas de miles de trabajadores perdieron sus empleos y carecen de ingresos para alimentar a sus familias y conseguir la atención sanitaria que sus hijos necesitan.