Marlaska hizo esta consideración al inaugurar una jornada celebrada en la sede de la Dirección General de Tráfico (DGT), en Madrid, y enmarcada en la VI semana Mundial de las Naciones Unidas sobre la Seguridad vial, que comienza hoy con el lema ‘Calles para la vida’ y promueve la limitación de la velocidad a 30 km/h en las calles donde conviven coches y usuarios vulnerables, esto es, peatones, ciclistas y motoristas.

El ministro indicó que el 70% de las calles de España (esto es, de un carril por sentido o un sentido único de circulación) tienen desde el pasado 11 de mayo el límite de velocidad a 30 km/h. “No es una ocurrencia nuestra, ni del Gobierno ni de las autoridades españolas”, apuntó.

Marlaska comentó que la ONU, y singularmente la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como la UE promueven esta limitación de velocidad urbana con el fin de que las calles sean “más seguras, más saludables y más ecológicas”, además de mejorar la convivencia.

Recordó que esta medida ya fue solicitada a la DGT por ayuntamientos como Barcelona, Madrid, Málaga, Sevilla, Valladolid y Zaragoza, y está recogida en la Declaración de Estocolmo de 2020, adoptada por cerca de 140 países.

Marlaska comentó que la cifra de fallecidos por accidentes de tráfico aumentó un 6% en España en 2019 respecto al año anterior (un 80% de las víctimas mortales eran peatones, ciclistas o motoristas) y disminuyó un 6% en las carreteras. “Algo había que hacer”, comentó.

No obstante, indicó que el riego de fallecer por atropello es de un 90% cuando se recibe el impacto de un vehículo que circula a 50 km/h, algo que se reduce a un 10% si la velocidad se reduce a 30 km/h.

Por su parte, Alfonso Gil, presidente de la Comisión de Movilidad de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y teniente de alcalde y concejal de Movilidad y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Bilbao, Alfonso Gil, subrayó que las ciudades necesitaban un “paraguas normativo” del Gobierno para que la velocidad se reduzca a 30 km/h en las calles de un único carril por sentido.

“Las ciudades tenemos vocación de ser ciudades sin humos, sin ruidos y sin muertes”, recalcó, antes de añadir que el nuevo límite de velocidad “no va contra el coche” y cambiará la fisonomía urbana a medio placo con un impulso de los desplazamientos a pie, en bicicleta, en patinete o el transporte público.