Su manifestación tiene lugar después de la queja de la vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, de las altas retribuciones en la dirección de la banca y, sobre todo, cuando las entidades abordan despidos colectivos en la situación actual de crisis por la pandemia.

“Se entiende perfectamente la sensibilidad”, concedió el primer ejecutivo del Sabadell, pero recordó que las retribuciones siguen normas dictadas a escala europea y están sujetas a “un tremendo escrutinio”, ya que pasa por el Consejo de Administración, lo revisan y votan los ‘proxies’ o asesores de voto para inversores institucionales y las aprueban los accionistas en Junta.

Al ser cuestionado si más allá de esos filtros son sueldos acordes al trabajo, excusó la respuesta con un “no me corresponde a mí establecer si lo valemos o no”. Tampoco quiso entrar a especular si se ajustarían las nóminas en caso de acometer un nuevo ajuste de personal, después de que desvelase que el Sabadell tiene aún que bajar sus costes.

El banquero explicó para soslayar la respuesta que se conjugan “dos condicionales”: si habrá ajustes en personal adicionales a los ya pactados y si el Consejo propondrá o no tales reducciones. Precisamente en este primer trimestre se han concretado las 1.800 salidas pactadas el pasado año y que redundarán en ahorros anuales de 141 millones.