Su adhesión la realiza en el marco de la joint venture Ecoplanta Molecular Recycling Solutions y la nueva factoría procesará unas 400.000 toneladas de residuos sólidos urbanos no reciclables de los municipios cercanos y producirá alrededor de 220.000 toneladas de metanol anualmente, según indicó este martes Repsol.

El metanol producido se utilizará después como materia prima para producir materiales circulares o biocombustibles avanzados, contribuyendo así a evitar la emisión de unas 200.000 toneladas de CO2 cada año y reduciendo los residuos que de otro modo acabarían en el vertedero.

El complejo estará gestionado por Repsol y Agbar, mientras que la empresa con sede en Montreal Enerkem será el socio tecnológico clave, según detalló Repsol que enmarcó la alianza dentro de su “ambicioso” objetivo de alcanzar las cero emisiones netas en 2050.

El proyecto ya ha obtenido la Autorización Ambiental Integrada y la Declaración de Impacto Ambiental favorable por parte de las autoridades. La decisión final sobre su inversión la adoptarán en el primer trimestre de 2022 y está previsto que la planta entre en funcionamiento a finales de 2025.

Se tratará, en cualquier caso, de una inversión “relevante”, que contará con respaldo europeo ya que el proyecto ha sido seleccionado para pasar a la fase 2 del Fondo de Innovación de la Unión Europea, que apoya tecnologías altamente innovadoras y grandes proyectos emblemáticos en el Continente para lograr importantes reducciones de emisiones.

Además, Repsol espera lograr sinergias entre esta nueva planta y el complejo industrial que ya tiene en Tarragona. Se trata del centro petroquímico más importante de España y entre los muchos tipos de polímeros que produce allí destaca la gama de productos altamente especializados para el sector de la automoción, como los polímeros de alta resistencia al impacto.

Para poder transformar los residuos sólidos urbanos en productos de alto valor añadido como el metanol, la planta empleará una tecnología muy compleja desarrollada por Enerkem. Es la primera que ha sido probada a escala industrial tras un riguroso proceso de escalado que ha durado más de una década y que se ha llevado a cabo en su planta de demostración situada en Edmonton (Alberta, Canadá).