En este trabajo, Amnistía denuncia el acaparamiento de vacunas por parte de los países ricos --con especial mención a las actuaciones del ex presidente de Estados Unidos Donald Trump--; la persecución que China llevó a cabo al inicio de la pandemia contra aquellos médicos e informadores que se atrevían a denunciar lo que estaba sucediendo; las detenciones de activistas críticos con la excusa "de la salud pública" en varios países del Golfo; y la actuación del G20, que pidió suspender el cobro de la deuda de los países más pobres para luego exigirla con intereses.

También lamenta que EEUU y otras naciones ricas eludieron participar en las iniciativas multilaterales para el reparto equitativo de vacunas; el empleo excesivo de la fuerza contra manifestantes en diversos países; la utilización de la pandemia para limitar la libertad de expresión y manifestación en varios Estados centroamericanos y asiáticos, y el cierre de fronteras, que dejó a millones de migrantes y refugiados "en tierra de nadie".

Por todo ello, Amnistía pide a los países ricos garantizar la disponibilidad de vacunas asequibles contra la Covid-19 en todo el mundo; insta a las empresas farmacéuticas a compartir sus conocimientos y tecnología para que "nadie se quede atrás", y reclama a las instituciones financieras internacionales y a los miembros del G20 aliviar la deuda de los 77 países más pobres del mundo para que puedan combatir la pandemia y recuperarse de ella.

AÑOS DE INJUSTICIAS

En su Informe Anual, Amnistía realiza un análisis de los derechos humanos en 149 países, y detalla cómo décadas de políticas injustas "provocaron el caldo de cultivo necesario" para que esta pandemia haya afectado "de manera desproporcionada a las mujeres, las poblaciones refugiadas, los inmigrantes, los trabajadores del sector informal, las personas de edad avanzada y las minorías étnicas", es decir, aquellos que figuraban ya entre los grupos más marginados de la sociedad.

Para Agnès Callamard, nueva secretaria general de Amnistía Internacional, "decenios de políticas divisivas, medidas de austeridad desacertadas y decisiones oficiales de no invertir en infraestructuras públicas deterioradas han hecho que demasiadas personas sean presa fácil del virus”.

El Informe apunta también un acusado aumento de la violencia de género y la violencia intrafamiliar, y cómo muchas mujeres y personas LGBTI tuvieron que afrontar mayores obstáculos para recibir protección y apoyo debido a las restricciones de la libertad de circulación, la falta de mecanismos confidenciales para denunciar y la suspensión de los servicios.

Además, quienes trabajaban en primera línea frente a la pandemia —el personal sanitario y del sector informal— también sufrieron las consecuencias de unos sistemas de salud deliberadamente desatendidos y medidas pésimas de protección social, agregó.

“Estamos cosechando los frutos de años de desatención calculada de nuestros dirigentes. En 2020, la presión excepcional de una pandemia puso definitivamente a prueba los sistemas de salud y sumió a la población en una profunda crisis económica", afirmó la secretaria general.

Los héroes de 2020 fueron los trabajadores y trabajadoras de la salud que estuvieron en primera línea salvando vidas, así como la gente que ocupaba los últimos puestos de la escala salarial y aunó esfuerzos para dar de comer a las familias y mantener activos nuestros servicios esenciales. Cruelmente, las personas que más dieron fueron las que menos protección recibieron”, concluyó Callamard.