Al homenaje, impulsado por el presidente de la Cámara Baja, José Bono, asistieron más de medio centenar de personas entre parlamentarios, miembros del Ejecutivo, de diversas instituciones y familiares de Azaña. Los de Suárez no asistieron a esta cita.

Zapatero agradeció al presidente del Congreso la iniciativa de celebrar este acto de "profundo significado institucional", que hace "justicia a nuestra propia memoria democrática, y sin la que no seríamos lo que somos".

Con este homenaje, aseguró, "queremos decir a esos dos presidentes que tanto dieron por nosotros, que en sus pasos nos reencontramos y nos reconocemos millones de españoles libres y confiados en sí mismos".

Pese a que el sistema democrático no es proclive a "entronizar personalidades individuales", en el caso de Azaña y Suárez, aseguró, "no podemos pensar la vida sin ellos. Son personas sin las que no se entiende la histora de España".

Tienen en común que "creyeron en los españoles, que amaron la libertad y que no se resignaron". Tal y como decía Azaña, rememoró el presidente, "el futuro de nuestro país tendrá que ser obra de todos", y deberá basarse en políticas que, como defendía Suárez, se orienten hacia "un pueblo de ciudadanos unidos y libres".

Zapatero llamó a todos a "afrontar cualquier reto unidos" y con voluntad de "construir" con independencia de "diferencias ideologías, sociales y políticas" en lo que será el "auténtico hilo de oro" que nos una en el futuro.

"Un proyecto de convivencia", aseguró, "no se puede construir bajo miedo o amenaza", sino que debe basarse en la "esperanza" y en la convicción de que "la libertad no es un puerto seguro, sino una promesa abierta".

77 AÑOS DESPUÉS

Por su parte, Bono recordó que en el Palacio del Congreso hay 46 retratos circulares o "tondos" cuya última pieza se colocó en 1934, hace 77. Las últimas incorporaciones fueron las de Alejando Lerroux, presidente del Gobierno, y Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República.

El pintor Daniel Quintero ha sido el encargado de retratar ahora a Azaña y a Suárez, basándose en sendas fotografías, y dando un aire "juvenil y alegre" al retrato del presidente republicano, muy inusual en las representaciones que se hacen de él.

Bono citó un fragmento del discurso pronunciado por Azaña en plena Guerra Civil en Barcelona (1938) en el que reclamaba "paz, piedad y perdón". Su mensaje, dijo, "no ha caído enteramente en saco roto, y fue referencia implícita para muchas generaciones de españoles que estuvimos dispuestos a seguirlo".

A Suárez lo retrató como un hombre "sagaz, inteligente y generoso" en el que "la paz, la piedad y el perdón de Azaña tomaron cuerpo" durante la transición democrática.

Capítulo aparte mereció la presencia de Santiago Carrillo. Bono explicó que era el único presente en el acto que "conoció y trató" a los dos homenajeados. "Tú también formas parte de la historia de España, y algún sucesor mío te pondrá en el `tondo´ que mereces", vaticinó.

En el día en que ambos se incorporan al "templo laíco de la leyes", concluyó Bono, "podemos sentir un respeto unánime" porque ambas figuras han contribuido a "forjar la historia grande de España", pese a que en ocasiones "nos referimos a la historia para envenenar el presente".

En el acto estuvo también el presidente del Senado, Javier Rojo, miembros de la Mesa del Congreso, casi todo los portavoces de los grupos, el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, y el de Justicia, Francisco Caamaño.

En nombre del Ejecutivo, también acudió el secretario de Estado de Asuntos Constitucionales y Parlamentarios, José Luis de Francisco. María Teresa Fernández de la Vega, estuvo en representación del Consejo de Estado y Landelino Lavilla, como ex presidente de la Cámara en la I Legislatura.

Además, compartieron el homenaje los ex ministros de la democracia, Miguel Ángel Moratinos, Rafael Arias-Salgado, Luis Gámir, Manuel Jímenez de Parga, José Lladó, Juan Antonio Ortega y Díaz-Ambrona, José Manuel Otero Novas y José Pedro Pérez-Llorca. En total, medio centenar de invitados acudieron al acto.