JMJ 2011. El Papa aboga por “no sucumbir” a las tentaciones ni a los “impulsos ciegos y egoístas”

- Una marea multitudinaria de jóvenes aclama al Papa en su recorrido por las calles de Madrid al grito de “¡Benedicto!”

MADRID
SERVIMEDIA

El Papa Benedicto XVI recomendó este jueves a los jóvenes de todo el mundo que le recibieron primero por las calles de Madrid, que recorrió a bordo del “papamóvil”, y le escucharon después en un discurso en la plaza de Cibeles, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que no se dejen llevar por las tentaciones ni sean egoístas ni sigan “las corrientes de moda”.

Después de salir de la Nunciatura Apostólica, el Pontífice permaneció sentado en el “papamóvil”, con el que atravesó varias calles de Madrid, que estuvieron abarrotadas por jóvenes con banderas, globos y entonando cánticos, que hacían ensordecedor el trayecto del Pontífice hasta la Puerta de Alcalá al grito repetitivo de “¡Benedicto!”, acompasado con palmas.

Posteriormente, recibió las llaves de oro de la ciudad de Madrid de manos del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, quien estuvo acompañado de su esposa, Mar Utrera, y dedicó unas pocas palabras al Papa y besó sus manos.

El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, le secundó después cuando atravesó los arcos de la Puerta de Alcalá junto con 50 jóvenes de todos los continentes (diez por cada continente), ataviados con vestidos tradicionales de sus países.

Acto seguido, dos jóvenes entregaron a Benedicto XVI ramos de olivo, esqueje y un plato de la tierra española y el Pontífice sembró un olivo como recuerdo de su visita a Madrid.

Después, el Papa fue recibido por una cabalgata de exhibición con caballos de raza española de la familia Domecq. Le saludaron seis caballos andaluces, con sus respectivos jinetes, que, enjaezados y vestidos de gala típica andaluza, caracolearon la calle Alcalá y le dieron la bienvenida con una tradicional reverencia. Dos niños bajaron de los equinos para obsequiar al Papa con una talla de la Virgen de la Almudena.

Benedicto XVI subió después al “papamóvil” para recorrer el tramo que va desde la Puerta de Alcalá hasta la plaza de Cibeles, donde estaba situado el altar principal del acto de bienvenida de los jóvenes, desde el que caía agua vaporizada para refrescar a las autoridades eclesiásticas.

Mientras, varios aviones surcaron el cielo, trazando con humo las banderas del Vaticano y de España. Se trataba de la patrulla acrobática “Águila”, del Ejército del Aire, que pintó en el cielo la estela de las enseñas.

Posteriormente, Rouco Varela pronunció un discurso, en el que transmitió al Papa que España es “un pueblo de bimilenaria tradición cristiana” y que su llegada ha supuesto “una alegría contagiosa capaz de transformar” las vidas de los jóvenes que muestran “su júbilo, radiante y dichoso”.

Jóvenes de los cinco continentes saludaron al jefe del Vaticano, protegido por un gran paraguas blanco que extendía un religioso desde detrás del sillón papal, y le ofrecieron regalos de bienvenida como pan y sal (de manos de la polaca Asia), una guirnalda de flores típica de las islas del Pacífico (el australiano Alex), bacalao con arroz (la coreana Ji-In), un sarape (el hondureño Yester) y granos de café envueltos en hojas de plátano (la guineana Brenda).

El Coro y la Orquesta de la JMJ interpretó el himno oficial de la Jornada Mundial de la Juventud, ante el júbilo de los jóvenes presentes en Cibeles.

TENTACIONES “AL ACECHO”

Posteriormente tomó la palabra Benedicto XVI, ante el aplauso y ovación de los presentes. El Papa dio un saludo de bienvenida en español, francés, inglés, alemán, italiano, portugués y polaco. “Es una gran dicha estar aquí con todos vosotros. Que la llama del amor de Cristo nunca se apague en vuestros corazones”, clamó en la lengua de Cervantes.

Después, un diácono, acompañado de jóvenes que llevaban ramos de olivo, llevaron ante el Pontífice el evangeliario y proclamó un pasaje del evangelio según San Mateo.

El acto concluyó con un discurso de Benedicto XVI, que señaló que las palabras de Jesucristo “han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida. Sin esto, se quedan vacías y se vuelven efímeras”, por lo que abogó por no dispersarse por “otras sendas, como la de nuestros propios impulsos ciegos y egoístas, la de propuestas halagadoras pero interesadas, engañosas y volubles, que dejan el vacío y la frustración tras de sí”.

Abogó por alejarse de quienes “se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos”.

Benedicto XVI rechazó que muchos, “creyéndose dioses”, digan “por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento.

“Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios”, apostilló.

La ceremonia concluyó con el canto de la Salve y Benedicto XVI regresó a la Nunciatura Apostólica. A partir de entonces, la JMJ invitó a los jóvenes a prender velas para encender una luz en la noche y acudir a las 12 imágenes de la Virgen de todo el mundo, repartidas por iglesias y lugares emblemáticos de Madrid, para cantar y rezar.

(SERVIMEDIA)
18 Ago 2011
MGR/jrv