Según informó este viernes el Ministerio del Interior, la red operaba desde Madrid y Valencia, y contaba con una gran infraestructura material y humana para realizar las operaciones e incluso evitar posibles investigaciones. Transportaban la droga y el dinero en vehículos especialmente preparados con habitáculos secretos en su parte trasera para ocultar la mercancía.

La operación se inició el pasado mes de diciembre en la localidad madrileña de Parla, cuando agentes de la Policía Local acudían a una llamada en una nave industrial y localizaban en su interior 500 kilos de cocaína. La posterior investigación permitió el arresto de tres individuos y la incautación de varios vehículos, uno de ellos con dobles fondos ocultos, así como numerosa documentación.

El análisis de todos los efectos recuperados y de la información obtenida constató a los agentes que se encontraban ante una red dedicada al tráfico de cocaína que se encargaba de la introducción, transporte, almacenaje y distribución por España y Europa del estupefaciente.

La investigación iniciada por la Policía Nacional se cruzó con otra que llevaba a cabo la Guardia Civil. El equipo de Policía Judicial de Arroyomolinos seguía al mismo grupo delictivo, por lo que, desde ese momento, la operación se realizó de forma coordinada y conjunta entre ambos cuerpos.

Los agentes constataron que estaban ante una red de varias personas de distintas nacionalidades, perfectamente organizados y jerarquizados. Cada miembro tenía muy definido el papel a desempeñar, desde los líderes hasta los encargados de la distribución a pequeña escala; y uno de los arrestados asesoraba al resto de la red para evitar las posibles investigaciones o averiguar si existía alguna en marcha.

350 KILÓMETROS DE SEGUIMIENTO

Los agentes tuvieron conocimiento de que el grupo estaba a punto de realizar el transporte de un importante cargamento de droga. El día 5 del mes pasado, uno de los miembros de la organización a bordo de un vehículo preparado para ocultar la droga, partía desde Alicante con destino a Madrid, por lo que se estableció un complejo dispositivo policial de seguimiento a lo largo de toda la A-3.

El operativo dio sus frutos a pocos kilómetros de Madrid. Tras 350 kilómetros de seguimiento, los investigadores dieron el alto al vehículo a la altura de Fuentidueña del Tajo, hallándose en el mismo droga alojada en un habitáculo secreto al que se accedía desde el interior de la parte trasera y para lo que era necesario desmontar los asientos y otros elementos del vehículo. En total, fueron localizados 135 "ladrillos" de cocaína, con un peso bruto aproximado de 1 kilo cada uno de ellos.

El conductor del vehículo fue detenido, y ese mismo día se activó el resto del operativo. De forma simultánea, los agentes realizaron catorce entradas y registros en diferentes domicilios de Madrid y Valencia, y arrestaron a los otros trece miembros de la organización.

En los registros fueron intervenidos 490.000 euros, multitud de teléfonos móviles y tarjetas y soportes SIM, 10 ordenadores portátiles, varia documentación falsificada y usurpada, 10 vehículos y varios utensilios para el corte de la droga y su envasado en grandes cantidades o en monodosis.