Con motivo de la celebración este jueves, 4 de febrero, del Día Mundial del Cáncer, la Fundación Sandra Ibarra aseguró que "la saturación de la sanidad, unida a las medidas especiales adoptadas en atención primaria y hospitales, como la atención telefónica, el retraso de intervenciones y tratamientos, o la reducción de revisiones y pruebas de detección precoz, están provocando que se desatiendan otras enfermedades y necesidades, entre ellas las de los pacientes y supervivientes de cáncer".

Asimismo añadió que con cada nueva ola del virus, los retrasos van en aumento. "Muchas de estas personas de las que no se habla, llegarán al sistema sanitario con mayores complicaciones en el tratamiento y en el pronóstico de su enfermedad".

Hasta la llegada de esta crisis sanitaria, los avances que se habían experimentado eran muy esperanzadores: la supervivencia en cáncer se había duplicado en los últimos 40 años, y se situaba en el 55,3% en los hombres y el 61,7% en las mujeres. Cada año más de 100.000 personas superaban un cáncer en España, donde se calcula que ya hay más de dos millones de supervivientes.

RETRASOS DIAGNÓSTICOS

Sin embargo, esta organización puso de manifiesto que "la situación actual de abandono que sufren los pacientes oncológicos, que en la Fundación Sandra Ibarra constatamos a diario a través de sus testimonios y experiencias, puede significar tirar por la borda todo lo que se había conseguido. Las pérdidas son a día de hoy incalculables, pero se traducen en vidas humanas. Una sociedad que pretende el bienestar de todos no puede permitírselo".

Por eso, "no podemos quedarnos de brazos cruzados ante el retroceso en los avances frente al cáncer y también -e igual de importante-, en los derechos de las personas que afrontan o han superado esta enfermedad. Más de 250.000 personas son diagnosticadas de cáncer cada año en nuestro país, una “pandemia” ante la que no podemos bajar la guardia".

En su opinión, el cáncer debe ser una prioridad tanto en atención primaria, a través de la fundamental y decisiva detección precoz, como en los centros hospitalarios, en los que no se puede asumir como solución ante una crisis que se alarga en el tiempo el retraso de pruebas, tratamientos e intervenciones que son indispensables para la supervivencia de miles de personas.