En 1991, fueron incineradas en Madrid un total de 3.972 personas (casi 15 de cada 100 fallecidos), frente a 23.032 que fueron enterrados, lo que demuestra que las inhumaciones siguen siendo preferidas por la mayoría de las personas.

Pese a ello, el porcentaje de personas incineradas ha ido creciendo paulatinaente, pasando de un 7,34 por ciento de las personas muertas en Madrid en 1988, al 8,70 en 1989, 12,5 en 1990 y 14,7 por ciento en 1991.

Según Abánades, la causa de que las inhumaciones continúen siendo mucho más numerosos que las incineraciones reside en aspectos como la tradición y en que actualmente existen muchas unidades de enterramiento compradas en años anteriores.

Esta preferencia se mantiene, a pesar de que las incineraciones son mucho más baratas que los entierros. El año pasado el preci medio de la cremación no superó las 5.000 pesetas, frente a un mínimo de 225.000 pesetas que costó el entierro, incluyendo transporte, nicho o tumba temporal de diez años y velatorio.

El director de Cementerios de Madrid explicó que para este año, las tarifas, tanto de las incineraciones como de los enterramientos, crecerán cerca de un 14 por ciento.

Según Abánades, aunque el número de fallecidos incinerados es todavía mucho menor que el de enterrados, este porcentaje ha superado ya al de alguno países europeos que llevan más años que España aplicando esta técnica.

Las incineraciones comenzaron a realizarse en España en el año 1973. En 1992, Abánades prevé que el porcentaje de incinerados en Madrid se sitúe entre el 17 y el 18 por ciento de los fallecidos.

En Madrid, las incineraciones se realizan en los cuatro hornos crematorios de los Servicios Funerarios Municipales, que están situados en el cementerio de la Almudena.