Según Moody’s, la compañía presidida por Antonio Brufau se ha fijado como objetivo mantener el rating actual, algo que evidencia que la empresa está dispuesta a tomar medidas para proteger su calificación.

Entre los puntos destacados del plan, Moody’s señala el compromiso público explícito de mantener la calificación actual y de reducir el dividendo a 0,6 euros brutos por acción en 2021 y 2022. También valora el recorte del gasto de capital para 2021 en comparación con los niveles anteriores al coronavirus y la ambición de no aumentar la deuda neta hasta 2025.

Este compromiso de no aumentar la deuda se basa en un escenario de un precio por barril de Brent de 50 dólares y de 2,5 dólares por MBtu del Henry Hub de gas.

Asimismo, Moody’s considera positivo el compromiso con un nuevo objetivo de apalancamiento neto con una zona de confort en torno al 25% y un límite del 30% (24,6% a finales de septiembre de 2020).

En el lado negativo, señala el programa de recompra de acciones a partir de 2022 si el precio del Brent se encuentra por encima del escenario base de la compañía.

En todo caso, destaca que el compromiso con esta recompra es flexible y que dependerá en última instancia de la generación de flujo de caja y solo se ejecutará si no compromete el apalancamiento de la empresa y su calificación.