Iglesias subió a la tribuna del Congreso de los Diputados por segunda vez en el debate de la moción de censura para contestar a Abascal y al presidente del PP, Pablo Casado. Éste se zafó como pudo de los elogios que Iglesias le había dedicado en su primera intervención por haberse desmarcado de Vox, y junto al propio Abascal le criticó en su línea habitual.

El vicepresidente recriminó al líder del PP que en ese rechazo de los elogios había “perdido el tono y el contenido que había mantenido en la primera” y que “la actitud de su bancada” había vuelto a ser la que acostumbra a mostrar contra él en las sesiones de control.

“Revela que, aunque quiera usted ahora ser un líder de derecha moderada, no puede serlo y se ve obligado a competir con el señor Abascal”, interpretó, reafirmándose en su diagnóstico inicial de que el PP ya no puede separarse de Vox y citando como prueba que Abascal se había mostrado “plenamente de acuerdo” con las críticas de Casado a Podemos.

Respecto al candidato a la investidura en la moción de censura, recurrió a Cervantes, bromeando que confiaba en que, si Abascal no le respetaba como escritor, al menos lo hiciera como militar. Y recitó el final de su soneto ‘Al túmulo del rey Felipe II”.

“Esto oyó un valentón, y dijo: Es cierto / cuanto dice voacé, señor soldado. /Y el que dijere lo contrario, miente. / Y luego, incontinente, / caló el chapeo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuese, y no hubo nada”.