Así lo destaca en una entrevista a Servimedia en la que abordó las cuestiones en las que se centra en su nuevo libro ‘La Biblia contada para escépticos’ (Booket), en el que se adentra en “el libro más importante de la humanidad, el más traducido, el más vendido, el que más ha influido”.

Asegura que su incursión en el libro de libros no es desde la fe, pues se considera agnóstico. “Casi toda se escribe en el siglo VII antes de Cristo, época del rey Josías de Judá, que se propuso hacer un gran Estado y se inventa uno brillante de la dinastía de David y Salomón que no se corresponde a la realidad, porque la arqueología ha demostrado que fueron reyes de unos pocos pastores”, dice “con la mirada de un historiador” acompañada de una dosis de humor.

Es más, el autor hace referencias a que el relato incluye leyendas mesopotámicas y que los escritos anteriores a ese siglo VII son “pura fabulación”.

Todo ello, resume, es obra “de unas 40 personas a lo largo de seis siglos” y no tiene “una idea unilateral, pues uno puede encontrar una cosa y la contraria”. Por eso considera que la Iglesia “siempre ha desconfiado del contacto directo con las escrituras”, porque cuando ha sucedido, subraya, “ha dado lugar a muchas herejías”.

DESCONOCIDA

“Los católicos no conocen la Biblia. La conocemos muy mal porque la Iglesia ha procurado que llegue a través de su propia interpretación en los púlpitos”, indica el escritor.

No obstante, Juan Eslava Galán apunta que “hay grandes libros”, como “el poema de amor excelso” y “con su punto de sensualidad implícita” que es para él ‘El Cantar de los cantares’ y pequeñas “luminarias” en los que, excepcionalmente, “la mujer sale empoderada”.

Es el caso, relata, de los libros sobre mujeres como Esther o Judith, a pesar de que “en la Biblia se cuenta una sociedad muy machista” en la que “la mujer no es persona”.

Sin embargo, Juan Eslava Galán ha sacado para su libro un par de capítulos en los que se hace eco de “enseñanzas de la Biblia que son aplicables ahora”, apunta a Servimedia. Es un libro contemporáneo, dice, que “ayudaría en la sociedad actual”, una sociedad salpicada por una pandemia en la que se ha demostrado, a pesar de escépticos y negacionistas, que “hay personas que necesitan la fe”.