Es una situación que viene deteriorada en el último año en el país por la tensión sociopolítica, la crisis de refugiados y la crisis sanitaria por la expansión de la Covid-19. A esta triple crisis se unen las explosiones acaecidas en el puerto de la capital libanesa, que no hacen sino más que dificultar la entrada de alimentos en un país altamente dependiente de las importaciones.

“El puerto de Beirut recupera poco a poco su capacidad operativa pero apenas alcanza todavía un tercio de su capacidad”, aseguró la responsable de advocacy de Acción contra el Hambre, Aurélie du Chatelet. Pero, además, la hiperinflación que domina los precios de los alimentos añade aún más preocupaciones a la situación alimentaria porque los precios “han llegado a duplicarse y triplicarse en el último año. Pronto el pan, las medicinas y el combustible dejarán de estar subsidiados”.

Las explosiones en el puerto destruyeron no solo hogares e infraestructuras, sino también negocios y medios de vida de miles de libaneses, que, como cuenta Chatelet, ahora “se encuentran de la noche al día sin ingresos para adquirir alimentos cada vez más caros en los mercados”.

Desde Acción contra el Hambre aseguran que, aunque ya se ha movilizado la ayuda humanitaria, aún queda trabajo por hacer. La organización considera “crucial” proveer de liquidez a las familias afectadas para que puedan acceder a alimentos suficientes y variados y para que las tiendas y pequeños negocios puedan volver a ponerse a marcha.