Las explosiones que destruyeron la ciudad de Beirut el pasado 4 de agosto provocaron cuantiosos daños humanos y materiales. A la crisis económica que ya sufría el país, se une un aumento de los contagios por coronavirus, que, según datos de Naciones Unidas, se contabilizan en 300 diarios, y una crisis alimentaria.

El daño de las explosiones en el puerto se estima en unos 15.000 millones de dólares, a lo que hay que añadir la destrucción de los contenedores que contenían suministros de trigo, con lo que la reserva actual en Líbano apenas alcanzará hasta finales de agosto.

En un país como el Líbano que importa el 80% de sus alimentos, tras la destrucción del puerto de Beirut, solo podrá tener capacidad para manejar el 50% de la carga normal a través de los otros dos puertos del país. Al menos, hasta dentro de entre dos y cinco años, el tiempo que se espera que se demore la reconstrucción del de la capital libanesa.

Además de los problemas de suministro, la presencia de humos tóxicos en el aire plantea aún problemas de salud adicionales, a lo que habría que añadir las necesidades esenciales de la población como refugio, combustible, ropa, kits de dignidad y equipos personales de protección.

Por este motivo, Alianza para la Solidaridad-ActionAid puso en marcha campañas para recaudar fondos e iniciativas para paliar los daños ocasionados y pide ayuda internacional urgente para Beirut porque la situación en la capital podría suponer miles de víctimas más.