“¿Si podemos seguir solos? La respuesta es sí”, respondió al ser cuestionado de forma directa durante la presentación de resultados correspondientes al primer semestre, cuando el banco vio caer su ganancia un 72,7% tras provisionar 1.089 millones ante posibles deterioros asociados a la crisis del coronavirus.

“El foco está en nuestra vida ordinaria de la crisis, en tratar de mejorar la rentabilidad, en este trabajo, digamos de alguna forma, orgánico”, refirió Guardiola, quien hizo extensiva esta prioridad al resto de la banca frente a las permanentes especulaciones sobre una nueva oleada de integraciones.

El banquero reconoció que una fusión “tiene sentido industrial” cuando los márgenes están tan constreñidos al ser “una manera de ganar escala por la vía de los costes y mejorar la rentabilidad”, en un mercado que ya es maduro.

“Pero hoy creo que todos los bancos estamos concentrados en lo que estamos haciendo frente a una situación económica como la actual, para la que estamos muy preparados. En este momento es lo que nos ocupa el 100% del tiempo y no reflexionar sobre otro tipo de cuestiones”, manifestó.

Al ser cuestionado por si siente presión ante las constantes llamadas a la concentración por parte de los supervisores que, incluso, aseguran que se avecinan operaciones, Guardiola explicó que obedece a esa lógica de que “en mercados maduros, donde además a la perspectiva de los tipos de interés se suma que va a ser obligatorio invertir mucho más en transformación digital, acaba dificultando y para la entidad tiene sentido que haya fusiones”.

En segundo término refirió que también tiene que ver “con ganas grandes de que empiecen a haber fusiones transfronterizas europeas”, cuando se acaba de decidir dar un “gran paso en la construcción europea”. Según recordó, el acuerdo para emitir deuda conjunta o mutualizada para ayudar a los países en la reactivación “está llevando a adelantar mucho la construcción europea” y “ayudaría mucho” que hubiera bancos paneuropeos.

Guardiola juzgó “normal” que con este contexto de fondo se haya creado un clima profusiones e, incluso, admitió que lo es que el Sabadell vuelva a surgir en las hipotéticas combinaciones. “Que nosotros estemos en las quinielas me parece también que tiene cierta normalidad”, asumió, para enfriar a continuación la posibilidad.

“Estamos concentrados en la crisis del coronavirus, en nuestras capacidades orgánicas, y en poner en valor muchos activos que, con la crisis, su valor no se acaba de reflejar”, zanjó poniendo de ejemplo la filial británica TSB, al que la crisis empaña su plan estratégico. Sin embargo, el director financiero del Sabadell, Tomás Varela, apuntó que han identificado ámbitos donde podrán acelerar ahorros en la filial para compensar los menores ingresos.

También va a acelera los ajustes en sucursales en España después de que el confinamiento haya promovido la operativa por parte de clientes de los canales digitales. En el año proyectaba echar la persianilla a 140 sucursales y finalmente lo harán en 90 más, hasta llegar a las 230, según desveló Guardiola, reconociendo “un acelerón” a raíz de la digitalización superior de los clientes.

Son oficinas que ya no se han abierto ni lo harán y plantean el desafío de qué hacer con la plantilla. Guardiola recordó que es tema abierto y a analizar en Recursos Humanos, pero que podría seguir en la línea de los últimos años cuando ha “reutilizado” al personal a través de contratas externas.

En cuanto al dividendo aseguró que se seguirán las recomendaciones del Banco Central Europeo (BCE) y el Consejo de Administración tomará la decisión que considere pertinente, pero “ya de cara al año que viene”. Si descartó de plano la vuelta a una remuneración con entrega de acciones o scrip dividend como hará el Santander, aunque el pasado año repartiese acciones porque lo hizo como pago adicional al cupón ordinario.

El banco prevé ir de menos a más en beneficios a lo largo del ejercicio, al considerar que los 1.089 millones ya provisionados los ha efectuado según cálculos de los modelos IFRS9 de clasificación y medición de activos adaptados a los nuevos escenarios macroeconómicos y que tienden a anticipar pérdidas potenciales obligando a su dotación.