En su presentación, López comenzó señalando que la comisión de reconstrucción inició todas sus sesiones con un minuto de silencio porque tuvo siempre “muy claro por quién estábamos allí”, por las víctimas de un virus que “nos dio un baño de realidad” poniendo de manifiesto nuestra vulnerabilidad e ignorancia; pero también por los profesionales que cuidaron al resto.

También dijo que siempre se supo que, junto al problema sanitario, vendrían unas consecuencias económicas “devastadoras” y para afrontarlas se constituyó la comisión, con un plazo de dos meses para que las cosas no se pudrieran, como suele decirse de las cosas que se remiten a este tipo de órganos parlamentarios.

El presidente de la comisión agradeció las más de mil aportaciones de la ciudadanía en un buzón habilitado al efecto, así como al personal de la Cámara y a los medios de comunicación. Seguidamente postuló la “noble función de la política” que hace “posible lo que es necesario”, y la “política con mayúsculas”, que hace un diagnóstico compartido y pacta las respuestas sin dejar a nadie abandonado.

López defendió la necesidad de reforzar la sanidad pública, de ayudar a empresas y trabajadores a continuar, que no se ha de dejar a nadie abandonado a su suerte y que Europa tenía que ser más Europa que nunca; a este respecto celebró las “extraordinarias noticias” del acuerdo al que se llegó anoche. Son las temáticas que llevaron a crear cuatro grupos de trabajo.

“No podemos permitir que España luche contra sí misma”, añadió, y por eso abogó por “buscar lo que nos une y no amplificar lo que nos separa”, porque la existencia de la sociedad se sustenta en “los grandes acuerdos que hemos tejido con los otros” para no ser “una serie de tribus enfrentadas entre sí”. Según dijo, renunciar a las posiciones propias “no es un ejercicio de cobardía”, y “no hay que renunciar a las ideologías”, pero sí “entender que acordando con otros las hacemos más grandes”.