“Me sumo a esa petición como consejera de Cultura y también como ciudadana”, expone Rivera, quien manifiesta que “ambos hemos podido comprobar de primera mano la grave herida que el confinamiento ha infligido al sector de la cultura”.

Rivera afirma en su carta al ministro que, desde el punto de vista presupuestario, “esta propuesta es perfectamente asumible: una bajada de seis puntos no genera cambios muy onerosos en lo que se refiere a la recaudación”. Sin embargo, añade, “proporcionaría un alivio considerable a unas empresas que ahora mismo se mantienen con grandes dificultades”.

Apunta en su misiva que la reducción del IVA en las entradas haría que muchas salas “encarasen la apertura con un mayor desahogo y animaría a otras a volver cuando dudan de hacerlo por la escasez de márgenes”.

“Las pérdidas de las industrias culturales son incalculables y hay cientos de trabajadores que van a quedarse por el camino”, según la consejera, quien añade que “por desgracia, no hay ningún sector que se salve completamente del desastre, pero la situación que viven las artes escénicas, las salas de música en vivo y también los cines es, ahora mismo, desesperada”.

A su juicio, “tres meses de cierre absoluto en empresas que sólo pueden vivir de las taquillas suponen un desastre sin precedentes, que será ahora acentuado por una desescalada que, siguiendo criterios médicos muy necesarios e indiscutibles, limita los aforos, reduciendo así la posibilidad de cuadrar los números”.

Tras considerar que esta reducción del IVA “muy posiblemente no pueda extenderse en el tiempo de forma indefinida”, la consejera cree que “podría ceñirse a los dos próximos ejercicios fiscales, para dar tiempo al sector a recuperarse del tremendo mazazo recibido tras casi cien días de inactividad, y un número indeterminado de semanas de funcionamiento con restricciones”.