Según la ONG, medidas tan sencillas como el lavado frecuente de manos con agua y jabón para evitar el contagio son "una meta difícil de alcanzar para las personas sin hogar".

Estas personas tienen además una menor esperanza de vida, prosiguió, son más vulnerables a los problemas derivados de la patología dual y tienen también mayor riesgo de enfermedad e incluso de fallecimiento si les afecta la Covid-19.

Por ello, advirtió de que pueden quedarse en una especie de "limbo de desatención" si no reciben apoyos adaptados, y puso como ejemplo los llamados “centros de baja exigencia” ( espacios de residencia con normas de convivencia pensadas para su realidad), atendidos por profesionales que les faciliten los tratamientos psicológicos, sanitarios, sociales y farmacológicos imprescindibles para la deshabituación del consumo de drogas.

Otros factores de riesgo tienen que ver con las barreras de acceso a recursos, las dificultades para recibir información veraz sobre la enfermedad, el aumento del consumo de drogas debido a la ansiedad o a la depresión, la interrupción brusca tanto de ese consumo como de las alternativas terapéuticas (metadona) y la suspensión de los tratamiento psicológicos o farmacológicos provocada por el colapso sanitario.

A pesar del esfuerzo de los servicios públicos, muchas personas sin hogar no han podido mantener la convivencia en los centros habilitados o han optado por continuar en la calle, indicó la organización.