Este es uno de los consejos aportados por varios expertos en un webinar organizado por la asociación para “resolver dudas” sobre los efectos que el confinamiento puede tener en la salud de niños y adolescentes y en el que participaron cerca de 5.000 familias, según informó la AEP a través de un comunicado.

En el transcurso del encuentro digital, la pediatra de atención primaria y secretaria de la AEP, María García-Onieva, incidió en la importancia de prestar una “mayor atención” a los niños durante este periodo para observar “aquellos indicios o síntomas que pueden alertarnos de que algo no va bien”.

En este sentido, subrayó la idoneidad de consultar telefónicamente con el pediatra de atención primaria “cualquier síntoma que, como padres, nos tiene intranquilos” y estimó "muy importante" acudir al especialista o, incluso, al centro de salud o al hospital si el niño tiene una patología de base y muestra sintomatología "fuera de lo normal".

Por su parte, el coordinador del Grupo de Sueño y Cronobiología de la AEP, Gonzalo Pin, valoró como “fundamental” para el bienestar del niño y el adolescente el prestar atención a los “factores externos" que ayudan al cuerpo a regular los horarios.

“Para obtener una correcta higiene del sueño y sin necesidad de ser excesivamente estrictos, es necesario mantener una serie de rutinas y de hábitos que predispongan a los niños y adolescentes a anticipar qué es lo que va a pasar”, indicó, convencido de que el confinamiento “ha destruido e interrumpido bruscamente todos estos estímulos casi de golpe” y de que urge “reconstruirlos desde la certeza, la confianza y la seguridad”.

Junto a ello, abogó por “ralentizar” la actividad de los menores y por permitir que ellos “manejen sus propios tiempos y darles herramientas para ello”, convencido de que la mejor forma de que un niño duerma bien es proporcionarle “rutinas” y hacerle sentir “seguro”.

En esta línea, el doctor Julio Álvarez Pitti, miembro del Comité de Promoción de la Salud y experto en actividad física en la edad pediátrica, recordó que el ejercicio físico “estimula el sistema inmunológico, promueve la salud y reduce el estrés”.

“Estar activo puede disminuir los problemas de comportamiento y ayudarlos a concentrarse mejor en su trabajo escolar”, agregó, para, a continuación, recomendar tres horas de actividad en diferentes intensidades para los niños de entre 1 y 5 años y al menos una hora de ejercicio diario, que ha de ser de intensidad “vigorosa” tres veces a la semana, en el caso de los mayores de seis años.