En lo días previos a la reunión de este miércoles en el Palacio de la Moncloa, en la zona de gobierno del Congreso se encadenaron reuniones entre Adriana Lastra y Gabriel Rufián para preparar la reunión y evitar excusas que pudieran dinamitar este primer encuentro.

En Moncloa, los gabinetes también tuvieron un intenso trabajo para facilitar el contacto de la delegación catalana con el Ejecutivo central que permitieran dar el primer paso para iniciar un largo camino, según varias fuentes consultadas.

Así se fraguó el calendario para las sucesivas reuniones y la puesta en escena de la cita de ayer en La Moncloa, en la que se concedió, además, al presidente de la Generalitat, Quim Torra, la oportunidad de comparecer en la sala de prensa grande, habitualmente restringida a jefes de Estado internacionales y, por deferencia, al líder de la oposición. El resto de presidentes autonómicos lo hacen siempre en la sala pequeña.

Estos gestos despertaron cierto recelo en las filas del PSOE porque consideran que se está poniendo “una alfombra roja demasiada larga” aunque puedan llegar a compartir el fin de que el diálogo ha de imponerse para explorar posibles soluciones a la situación en Cataluña.

Ambas delegaciones se congratularon por el “reencuentro” que supuso la reunión de ayer entre el Gobierno central y la Generalitat, aunque fuentes consultadas de ambas delegaciones tienen cierta inquietad a que Junts pueda hacer saltar por los aires la mesa de diálogo buscando cualquier excusa.

No obstante, la conversación entre la delegación del Gobierno nacional y la de la Generalitat de Cataluña, que se prolongó hasta casi tres horas, fue “mejor de lo esperado”, incluso por la parte de los dos partidos que forman parte del Govern. De hecho, se lanzó un comunicado conjunto que se trabajó directamente en La Moncloa, sin ser parte de la preparación previa.

El lenguaje empleado, según las fuentes consultadas, también es significativo para que ambas delegaciones puedan “vender” en sus respectivos territorios.

Tras la cita, salieron satisfechos hasta el punto de que el PSOE y ERC no entendieron que hoy Junts se opusiera al techo de gasto. Socialistas y republicanos esperaban un “gesto” tras el buen transcurrir de la cita de ayer y, sobre todo, después del pacto para que los gobiernos sigan viéndose mensualmente.

No obstante, en Ferraz son conscientes de las disputas entre los partidos que integran el Govern y trabaja la relación con ERC por su posicionamiento pragmático, en contraposición de un Junts que sigue apostando por no facilitar en ningún caso la gobernabilidad.