Desde la tribuna en el Congreso, Sánchez sostuvo que, tras los resultados de las urnas del 10-N y después de las citas electorales en 2019, “manifestada la posición de cada formación, no cabía otra mayoría parlamentaria que la que hoy presentamos”.

Eso le llevó a expresar su “pesar” por la conducta de las fuerzas de la derecha democrática “al negarse a prestar la menor contribución a la gobernabilidad de España”.

Así las cosas, criticó que “agiten los peores presagios sobre el porvenir de España y a la vez se nieguen a evitarlos”, y encima “no muevan un dedo por evitar que sucedan”.

ZANCADILLAS

Sánchez, que subió a la tribuna entre aplausos de la bancada socialistas y de los diputados de Unidas Podemos todos puestos en pie, destacó que mapa político sumamente fragmentado convierte en un reto la configuración de mayorías” a lo que hay que sumar “las zancadillas en las últimas horas por parte de la derecha” para llegar a la constitución de un gobierno “progresistas”.

Es ahí donde puso también en valor el acuerdo con Unidas Podemos -tras reconocer que le hubiese gustado que fuese solamente socialista- y que “se regirá por los principios de cohesión, lealtad y solidaridad gubernamental, así como por el de idoneidad en el desempeño de las funciones”.

Así, resumió que, tras la investidura, se verá como está, por un lado, “la España que avanza, que trasciende sus diferencias y se une para avanzar formando una coalición de Gobierno de progreso, diálogo y justicia social”, así como la España de los que “no quieren sumarse a ese avance, pero al menos no lo impiden con su abstención”.

Por último, dijo que se situará “una coalición curiosa y variopinta, en la que figuran desde la ultraderecha hasta la ultraizquierda hasta quienes se dicen antisistema, y también los nacionalismo más intransigentes de uno y otro signo; es la España que bloquea, sin alternativa, sin solución, sin horizonte, sin respuesta, solo no”.