El pasado 1 de enero, cinco niños entre los seis y los 13 años fueron asesinados cuando los cohetes impactaron en una escuela de educación primaria de Sarmin, en Idlib. “Se supone que el día de Año Nuevo es un momento para la esperanza y para mirar al futuro; sin embargo, la violencia desgarradora acaba con todas las esperanzas de las familias de Siria”, lamentó Unicef.

En 2019, la ONU verificó 145 ataques contra escuelas y 82 contra hospitales y personal médico. Más del 90% de estos ataques tuvieron lugar en el noroeste, según explicó la directora de esta agencia de Naciones Unidas, Henrietta Fore.

“El brutal clima invernal, que acarrea tormentas, fuertes lluvias y temperaturas heladoras, ha provocado que las condiciones sobre el terreno sean aún más duras para los niños y las familias, en particular para aquellas que huyen de la violencia o que viven en campamentos”, informó en una declaración.

Unicef exige a los combatientes que cesen la violencia y a aquellos que “tienen influencia” que la empleen para frenar los ataques, sobre a todo a los servicios esenciales y a dotaciones con menores.

Para la ONU urge “renovar las resoluciones del Consejo de Seguridad que facilitan el acceso humanitario sostenido y sin obstáculos a todos los niños que lo necesitan en el noroeste y en otras zonas de Siria a través de todas las modalidades posibles, incluso a través de las líneas de control dentro de Siria o más allá de sus fronteras”. Todo ello, con el propósito de que “2020 sea finalmente un año de paz para los niños de Siria".