Álvarez participó, en el cementerio civil de Madrid, en el acto conmemorativo de los 94 años del fallecimiento del fundador de UGT y del PSOE, Pablo Iglesias, y sus primeras palabras se dirigieron a los “fascistas de nuevo cuño” para advertirles de que tantas veces como pinten la tumba de Iglesias habrá un socialista dispuesto a limpiarla.

De la misma forma, dijo, el Ayuntamiento de Madrid podrá “destruir los memoriales” a las víctimas del franquismo, pero esa memoria seguirá entre los hombres y las mujeres “que saben qué representa el socialismo, la izquierda, los líderes obreros”, y lo defenderán frente a la “derecha vestida de centro”, a la vestida de “derecha” y a la “derechona fascista, o franquista, porque hay un poco de todo”.

Se declaró “contentísimo” por el hecho de que “el generalísimo ya no repose en el Valle de los Caídos”, ya que la exhumación del dictador implica que “el vigilante ya no está vigilando”. No es solo una cuestión histórica, dijo, sino que es “un paso necesario para la reconciliación”, que pasa por “romper con el franquismo”.

Álvarez denunció que a pesar de esa exhumación “el franquismo continúa en algunas leyes de nuestro país”, y una vez que el dictador ya no está en el Valle de los Caídos ahora “hay que sacarlo de las leyes” para poder hacer frente al fascismo, al racismo, a la homofobia y a la “situación de negacionismo” sobre los derechos de las mujeres o de los inmigrantes.

Después de “dos años sin Gobierno o con Gobierno interino”, Álvarez pidió a los progresistas que no se dejen engañar por el discurso de quienes pretenden que la mayoría de izquierdas del Parlamento no se vea refrendad en un Gobierno.

Se preguntó, a continuación, si hay algún editorial en medios pidiendo al PP que apoye la derogación de la última reforma laboral o de las pensiones. “No, eso no. Si son tan patriotas, a qué esperan”, se preguntó.

Defendió esa mayoría de izquierdas en la que esté “la izquierda catalana” y alertó de que esos partidos quieren poner a los ciudadanos ante un falso dilema, porque “no es una cuestión de patria, es una cuestión de clase”, y ese Gobierno progresista es el “paso necesario y el elemento fundamental” para recuperar derechos y libertades.