Esto se debe, según la FAO, a que muchos campesinos temen que el agua en los ríos y canales que riegan sus arrozales y otros terrenos pueda estar infectada.

Existen también informes sobre consumidores que se niegan a adquirir productos procedentes de regiones afectadas directamente por el brote de cólera, lo que provocará un impacto aún mayor al comercio agrícola en la zona.

Debido a que la pérdida de las cosechas puede afectar negativamente a la producción de alimentos y, por lo tanto, a la seguridad alimentaria, la ONU y el Ministerio de Agricultura y Sanidad de Haití han puesto en marcha una campaña para dar consejos sobre higiene a los agricultores reacios a recolectarlos.

Los efectos del brote de cólera aumentaron tras las inundaciones de noviembre, que dañó las infraestructuras agrícolas y afectó a 78.000 hectáreas de cultivos. Según estima la FAO, esta crisis sanitaria afecta ya a más de 50.000 familias rurales.