Según sus datos, el 18% de los menores atendidos por la ONG indica no tener juguetes, mientras que el 12% manifiesta no poseer ni libros ni cuentos. “Ser un menor pobre es muy distinto de no serlo: el 24,8% vive en hogares en los cuales se han producido uno o más retrasos en el pago de la hipoteca o alquiler del hogar”, aseguró Cruz Roja en un comunicado.

Además, el 21% sufren pobreza energética y casi tres de cada diez vive en hogares que tienen mucha dificultad para llegar a fin de mes. Uno de cada cinco tan siquiera puede permitirse un ordenador. “Las cifras de estos cinco indicadores quintuplican por lo menos las que se registran entre la población menor que no es pobre”, destacó la organización.

De hecho, la pobreza infantil “tiene consecuencias importantes en la vida cotidiana de los niños que se prolongan a lo largo del ciclo vital”, agregó. Tal y como destacó Cruiz Roja, estos menores están expuestos a más enfermedades físicas y mentales, así como a procesos de ruptura y desestructuración de sus familias.

Además, la pobreza se hereda. “Existe suficiente evidencia de que las personas que tienen progenitores con bajo nivel educativo y que crecen en un hogar en riesgo de exclusión social sufren a menudo esta situación en su vida de personas adultas, transmitiendo esta propensión a la generación siguiente”, señaló la organización.

La labor de Cruz Roja con la infancia y las familias en dificultad social está enfocada a responder a las situaciones que generan vulnerabilidad y que alcanzan anualmente a más de 326.000 niños, niñas y adolescentes, que reciben el apoyo de la organización en el ámbito educativo, social y de ocio, desde sus programas específicos.

Además, Cruz Roja Juventud, dependiente de la ONG, “mantiene un compromiso continuado con la infancia y la juventud y atiende anualmente a más de 700.000 niños, niñas y jóvenes con el apoyo de más de 12.800 personas voluntarias”.