Debate electoral
Todos los candidatos utilizan el bloque internacional como percha para sus mensajes nacionales
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El último bloque del debate electoral organizado por la Academia de Televisión, dedicado a la política internacional, sirvió este lunes a los cinco candidatos para que reiteraran algunos de sus mensajes de índole nacional o introdujeran otros del mismo tipo que no habían mencionado en los apartados anteriores, con relaciones más o menos forzadas con los temas que se les planteaban.
Lo inició el candidato de Vox, Santiago Abascal, a quien se le preguntó si defiende levantar muros en Ceuta y Melilla y deportar a los inmigrantes ilegales como Hungría y Polonia, países euroescépticos.
Él contestó que “euroescéptico” es una etiqueta tramposa, porque una nación no es absolutamente independiente con fronteras fuertes, pero sin fronteras o con fronteras agujereadas “deja de ser una nación” y por eso defendió deportar a los que entran ilegalmente. Frente a la soberanía nacional, opuso su “disolución en un proyecto multicultural” de élites supranacionales progresistas, que obliga a competir a los países contra otros que usan mano de obra esclava.
El de Ciudadanos, Albert Rivera, optó por criticar la supuesta baja altura del Gobierno en el exterior y le exigió que sea tan valiente con los dictadores latinoamericanos vivos como con Franco. Coincidió con Abascal en cumplir la ley de extranjería y expulsar a los que delincan, como pasa en todos los países, pero le afeó que “es algo más complejo que levantar muros”, pues los agentes de policía le piden recursos humanos y tecnológicos.
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, presentó la celebración de la Cumbre del Clima que le correspondía a Chile como “un gesto con Iberoamérica”, presumió del nombramiento de Josep Borrell como Alto Comisionado para la Política Exterior de la Unión Europea y también de una reducción en la inmigración ilegal del 50% tras el aumento de los años anteriores gracias a su diálogo con los países emisores, siempre a la espera de una policía migratoria europea.
Por su parte, Pablo Casado, volvió a echarle en cara al líder socialista -como Rivera- su falta de crítica al Gobierno venezolano, con la supuesta intención de EEUU de poner aranceles a productos españoles por ello. Además, aprovechando que el terrorismo es internacional, defendió la prisión permanente revisable que introdujo el Gobierno de Mariano Rajoy y el resto de partidos quieren derogar y, ya de paso, también la equiparación salarial entre policías estatal y autonómicas. Respecto a la Cumbre del Clima, reprochó a Sánchez que “dé lecciones” al presidente chileno, Sebastián Piñera, por los disturbios, y en cambio no condene los de Cataluña. “Viene a Madrid, no a Barcelona”, subrayó Casado.
Por su parte, el de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, introdujo las puertas giratorias como una forma de “corrupción legal”, y -aunque se quejó de que Casado aprovechara el bloque internacional para hablar de Cataluña- él también lo utilizó para, con la coartada de saber cuál es la verdadera política de seguridad, proponer dársela a los españoles con medidas como defender al taxi, a los inquilinos de los fondos buitre e imponer precios mínimos a los productos agrarios. Según dijo, la soberanía nacional consiste en tener una banca pública y una empresa pública de energía porque “no se defiende con banderas, se defiende con medidas de gobierno”.
Entrando ya en debate, Rivera llamó la atención sobre que “los extremos se tocan” porque los “populistas”, Vox y Podemos, habían coincidido en proteccionismo, cuando “el comercio es civilización”, y en terreno “nos ganarán siempre EEUU o China”. Él propuso acuerdos comerciales, a lo que Abascal contestó que comercio sí, pero en condiciones de igualdad.
Además, el líder de Vox prosiguió con sus críticas a la burocracia europea, que “quiere llevarnos a la islamización” obligando a los países a aceptar cuotas de inmigración, cuando en el fondo en la UE cada uno se defiende a sí mismo y también debe hacerlo España.
Sánchez aprovechó también para escenificar por segunda vez en el debate su “envidia” a la derecha europea, que no pacta con la extrema derecha, y respecto a Cataluña presumió de que los tribunales de la UE le han dado la razón con la diplomacia catalana, como muestra de influencia que tratará de ejercer para que el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont cumpla condena en España.
Iglesias, que recordó a Sánchez que las extradiciones se tratan entre tribunales, bromeó con que si pretendía enviar a los GEO a por Puigdemont y pasó aquí a reivindicar otro de sus mensajes nacionales: que las multinacionales españolas con filiales en paraísos fiscales paguen impuestos aquí, y también las multinacionales extranjeras que operan en España.
Seguidamente, aprovechó la apelación de Sánchez a la derecha a que no pacte con la ultraderecha para advertirle de que cuando la socialdemocracia europea ha pactado con la derecha “le ha ido muy mal”. Por eso, le pidió una vez más la coalición, “unir nuestra valentía y su experiencia”, para sentar un referente de Gobierno progresista en el sur de Europa. En todo caso, insistió en que “por decencia” todos los partidos deben aclarar con quién están dispuestos a pactar. En réplica, el líder del PSOE volvió a recriminarle que en cuatro votaciones de investidura, Iglesias no le haya hecho presidente. Eso sí, los dos coincidieron en defender la supresión del voto rogado.
El bloque terminó con un último rifirrafe entre Rivera y Abascal a cuenta de que el primero acusó al segundo de coincidir con el exministro del Interior italiano Matteo Salvini. El líder de Vox le recordó una crítica rotunda que le lanzó por opinar sobre asuntos españoles y, a cambio, reprochó a Rivera no haber hecho lo mismo con el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Fue el propio Abascal quien, en un momento del bloque, constató que el ámbito internacional estaba siendo un "cajón de sastre" donde introducir otros temas.
(SERVIMEDIA)
05 Nov 2019
KRT/mjg