Los estudiantes gitanos se ven cada día "más empoderados”
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Vicky terminó la ESO a pesar de repetir el primer curso. Jelen presentó su tesis doctoral en Sociología en 2017. Sebas y Sara son graduados en Trabajo Social y máster en Orientación Educativa. Todos ellos tienen dos cosas en común: son gitanos y han pasado por el programa de apoyo 'Promociona', que ha cumplido su décimo aniversario.
'Promociona' es un programa de la Fundación Secretariado Gitano (FSG), que tiene por objetivo que cada vez más jóvenes de esta comunidad logren el éxito escolar en la ESO y continúen estudiando.
En el año 2005 sólo el 6,4% de la población gitana tenía estudios obligatorios o superiores. Hoy, ese porcentaje prácticamente se ha triplicado hasta el 17,4%, aunque continúa lejano de la tasa del 75% en la población general.
Gran parte de este avance ha sido gracias a iniciativas como 'Promociona'. En estos 10 años, 1.300 alumnos y alumnas del programa han obtenido el título de la ESO (el 87% de quienes están matriculados en el último curso) y de ellos casi el 90% han continuado a estudios post-obligatorios.
Este programa está implantado en 49 ciudades de 13 Comunidades Autónomas, y 4.693 estudiantes (un 55% de niñas) han participado en las 'Aulas Promociona'. El 80,5% del alumnado en 6º de Primaria continúa a ESO y el 74,4% de Primaria y Secundaria pasan al curso siguiente.
“La educación es un derecho que no está siendo garantizado para los gitanos”, afirma Fernando Morión, técnico del Departamento de Educación de FSG. “Con 'Promociona' hemos propiciado que la mirada de la comunidad educativa hacia los gitanos cambie, porque los centros y el profesorado han visto que los niños romanís, cuando todos asumimos nuestra parte de responsabilidad, siguen adelante”, añade.
Y es que uno de los grandes problemas que afronta el alumnado gitano es la falta de expectativas de los docentes, además de los prejuicios sobre la comunidad. “Contamos con el hándicap de que hay mucha gente que vive en el imaginario social, basado en el desconocimiento que existe hacia la población gitana y que es aún más sangrante hacia las mujeres gitanas, por el propio hecho de ser mujer”, asegura Sara.
“Los profesores a veces piensan que vamos a formar una familia enseguida y que vamos a abandonar la educación, por lo que todo lo que hagan con nosotras no va a servir de nada, por lo que no se esfuerzan. Eso merma muchos sueños de muchísimos alumnos”, comenta. En su propio caso, una mala experiencia con una asignatura en particular hizo que estuviera a punto de abandonar los estudios, a pesar de ser una alumna con muy buen expediente.
EL PAPEL DE LOS CENTROS
Otro de los problemas importantes que afronta la comunidad gitana en las aulas es uno que también afecta a otros alumnos de familias humildes: la segregación escolar. “Creo que es necesario cambiar la mentalidad de los centros en la repartición de alumnos cuando llega el nuevo curso, porque lo que estamos haciendo es menguar las oportunidades de estas personas” afirma Sebas.
“En la actualidad existen clases segregadas que es que están pintando y coloreando, y así sacan el curso. Tú imagínate si al año siguiente a un niño de ese primero de la ESO lo cambian a un segundo normalizado. Es que se va a estrellar, no tiene más camino”, añade.
La propia Sara llegó a sufrirlo, cuando tuvo que cambiar de ciudad a mitad de curso y entrar al primer centro que fuera posible. “No nos pedían ni siquiera libros. La profesora nos traía fichas y nos contaba lo que era un rombo y que dos más dos son cuatro, estando en sexto de primaria. Cuando volví a mi centro anterior mis padres tuvieron que ponerme un profesor particular para recuperar todo el atraso”, relata.
Fernando Morión reclama a las administraciones públicas que den recursos a los centros para poder afrontar este problema. “Hay centros educativos que son conscientes de que tienen esta anomalía y hacen lo que pueden, pero al final la responsabilidad es de la Administración. El centro educativo poco puede hacer si no tienes quien te dote de recursos”, comenta.
“Cuando nos encontramos con un centro segregado, la intervención va sobre todo con la familia, para que si los niños no reciben calidad educativa estudien la posibilidad de cambiarlos de centro”, explica Morión.
FAMILIAS COMPROMETIDAS
Y es que 'Promociona' no trabaja solo con el alumnado, trabaja también con sus familiares. Los responsables del programa aseguran que, en realidad, la actitud de estos no ha cambiado demasiado en estos 10 años.
“Las familias con las que trabajamos son unas que ya tienen una predisposición y una apuesta por la formación y por la educación de sus hijos e hijas. Lo que pasa es que les faltan los recursos, no saben bien cómo hacerlo”, relata Morión.
“Lo que hemos cambiado en estos años de programa es que las familias han ido adquiriendo herramientas en las que esa implicación han podido desarrollarla de manera ordenada, con recursos, con autonomía. Y sí que notamos que el programa tiene cada vez más demanda”, añade el técnico del Departamento de Educación de FSG.
Y es que según el estudio 'Evaluación de los 10 años de Promociona', realizado por Guilló, el 95% de las familias están satisfechas con el programa, el 98% lo recomienda a otras, y el 87% aumenta su interés por el sistema educativo.
MIRANDO AL FUTURO
Tanto los responsables del programa como los que participan en él miran al futuro educativo de la comunidad gitana con optimismo. “Se está trabajando en una línea muy interesante y cada vez se está viendo un cambio generacional para mejor”, afirma Sebas
“Cuando yo empecé, fui el primer gitano de León en estudiar un grado. Cuando estaba acabando el cuarto año, ya había tres más. Puede parecer que no es mucho, pero es una barbaridad porque estamos hablando de un cambio en solo tres años, cuando todo el mundo necesitaba un proceso paulatino”, relata.
“A veces se nos pretende que corramos sin saber caminar, pero hay que ir poquito a poco”, concluye Sebas. “Y que corramos desde las desigualdades, que entonces es prácticamente imposible”, añade Sara.
“Creo que vamos en la línea correcta. Nos encontramos con una de las generaciones de dentro de la comunidad gitana mejor formada y preparada, y creo que cada día las personas gitanas estamos muchísimo más empoderadas”, afirma.
“Estoy segura que, dentro de 10 años, nos vamos a encontrar que, si estamos enfermos, vamos a ir a la consulta y nos va a atender una enfermera. Vamos a ir a un hospital y nos va a tender un médico. Vamos a ir a arreglarnos una muela y nos va a atender una dentista. Y todos ellos van a ser gitanos”, concluye Sara.
(SERVIMEDIA)
26 Oct 2019
VMM/mjg