Así lo ha comunicado este miércoles el fabricante aeronáutico estadounidense, que asegura que sigue colaborando con los reguladores y los clientes de todo el mundo para la vuelta al servicio de esta aeronave en condiciones seguras.

Tras las pérdidas del segundo trimestre, en el conjunto del primer semestre la compañía registra unos números rojos de 793 millones de dólares (unos 715 millones de euros).

Por su parte, los ingresos del trimestre se redujeron un 15%, hasta los 15.751 millones de dólares (unos 14.200 millones de euros). En el semestre alcanzaron los 38.668 millones de dólares (unos 34.800 millones de euros).

La compañía ha anunciado que va a revisar sus previsiones para 2019, puesto que no reflejan el impacto del 737 MAX. Además, explica que está colaborando estrechamente con la agencia de seguridad estadounidense, la FAA, en el proceso diseñado para certificar la actualización del software del 737, para conseguir que el MAX vuelva al servicio en condiciones seguras.

"Se trata de un momento decisivo para Boeing y seguimos centrados en nuestros valores de seguridad, calidad e integridad en todo lo que hacemos mientras avanzamos hacia el objetivo de conseguir la vuelta del 737 MAX al servicio activo", afirma Dennis Muilenburg, presidente de la compañía.

"En estos momentos difíciles, los equipos de toda la compañía siguen rindiendo a un alto nivel para cumplir los compromisos y captar nuevas oportunidades, impulsados por fundamentos sólidos a largo plazo", añade.