Según informó el Ministerio de Asuntos Exteriores, esta decisión “refuerza la tendencia” de EEUU hacia la desaparición de la pena capital en el país, ya que sólo ocho estados la aplicaron en 2018.

Apuntó que la pena de muerte “sólo añade dolor al dolor producido por los criminales, sin que disuada a futuros delincuentes ni alivie a los familiares de sus víctimas. La espera en el corredor de la muerte equivale a una tortura continua para los detenidos y sus familias”.