Costa llegó al Congreso de los Diputados, donde está instalada la capilla ardiente de Rubalcaba, pasadas las doce y media de la mañana, y fue recibido en el patio de Floridablanca por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y por la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor.

Saludó efusivamente a Sánchez y también al presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, y junto a ellos se dirigió al interior del salón de los pasos perdidos para saludar a la viuda de Rubalcaba, Pilar Goya, a otros familiares y a los miembros el Gobierno y miembros del PSOE que se encontraban en ese momento en la capilla ardiente.

Después de permanecer unos minutos sentado junto a Sánchez a uno de los lados del féretro, Costa se dirigió a firmar en el libro de condolencias que el Congreso de los Diputados habilitó el día anterior para las autoridades que desean dejar su recuerdo escrito. Pasada la una de la tarde, Costa abandonó la Cámara acompañado por Pastor y por Sánchez, al que volvió a abrazar con afecto.

Quiso expresar ante los medios de comunicación su pésame a la familia, a su partido y a España, y explicó que fue "un honor" trabajar con él como ministro del Interior. Pudo conocer su "inteligencia brillante" y su coraje para "batirse por la libertad, contra el terrorismo". En portugués hay una palabra para expresar el sentimiento "cuando alguien nos deja", añadió, que es "saudade", y eso es "lo que siento ahora por Alfredo", junto a una "gran gratitud" y su "profunda admiración", porque no solo sirvió a España sino también a los valores de la libertad y la solidaridad. "Adiós, Alfredo. Gracias", concluyó.