Juicio Procés

El jefe de la Brimo asegura que el 20-S la actitud de Sànchez, antes de colaborar, fue “altiva, prepotente y complicada”

- “Trapero se ha vuelto loco, saca a la Brigada Móvil de aquí”, le dijo el presidente de la ANC

- El testigo asegura que desaconsejó el uso de la defensa por riesgo de avalancha. “Ni con el séptimo de caballería entramos a la consejería”

MADRID
SERVIMEDIA

El jefe de la Brigada Móvil (Brimo) de Barcelona durante el 20-S declaró este lunes como testigo ante la sala del Tribunal Supremo que juzga el ‘procés’ donde aseguró que aquel día la actitud del entonces presidente de la ANC, Jordi Sànchez, fue “altiva, prepotente y complicada para mí”.

Añadió que, posteriormente, cambió de actitud y se mostró “colaborativo y conciliador” para que sus unidades pudieran acceder a las inmediaciones de la Consejeria de Economia para facilitar la salida de la comitiva judicial.

Así se expresó el jefe de la Brimo de Barcelona durante el 20-S, ahora intendente de Información de los Mossos d’Esquadra, durante su declaración como testigo ante la sala del Tribunal Supremo que juzga a los líderes del independentismo por la convocatoria y celebración del 1-O. Según relató, se incorporó al dispositivo a las 17 horas, tras pasar por las inmediaciones de la CUP, acudió a la sede de Economía donde la previsión a las 19 horas era “hacer una cápsula de seguridad y sacar a la comitiva judicial y a los compañeros de Guardia Civil”.

Sin embargo, como las órdenes eran “confusas”, ya que la información iba cambiando constantemente, decidió acudir a la puerta de la consejería para comprobar cuantos efectivos requería la intervención. En este momento, cuando comienza a avanzar, con miembros de su unidad, por el cordón de voluntarios, contemplan un “rechazó muy grande la gente, con lanzamientos de botellas, el cordón vence por la presión de los manifestantes”, así que vuelve a su posición e informa de que el cordón no le había permitido acceder de forma “pacífica”.

El objetivo, aseguró, fue “acceder a la conselleria para montar un cordón policial”, pero, según explicó, el intento fue fallido porque existía “un cierto cariz en contra de la policía”. Sobre su papel como responsable de la Brimo, aseguró que no se planteó pedir refuerzos porque “ni con el séptimo de caballería entramos a la consejería”.

Posteriormente declaró el subjefe del área de Brigada Móvil de Barcelona, presente en la sede de Economía hasta las 22.30 horas. El testigo aseguró que la concentración fue “excepcional”. “No recuerdo haber visto nunca aquella densidad de gente en una concentración”, pese a ello, agregó, "no hubo ningún intento de agresión", tan solo "indignación" de los manifestantes. Aunque, posteriormente, reconoció que "por referencia" conocía que a la altura del Teatro Coliseo hubo intentos de agresión a dos mossos, al ser confundidos con agentes de la Guardia Civil.

Respecto a las armas, recordó que se decidió poner la cámara del helicóptero para vigilar los vehículos y se valoró poner agentes de paisano para vigilarlos. En este sentido, apuntó que "nos pidieron que los metiéramos en un parking, pero lo descartamos porque era imposible".

“YA PODÍA LLAMAR AL PAPA DE ROMA QUE NO ME IRÍA”

“Quedamos colapsados sobre las 21.15”, apuntó, y “no podíamos hacer uso de la defensa porque no teníamos espacio. Entonces desaconseje el uso de la defensa, a pesar de que en algún momento podía estar justificado, porque podíamos haber provocado una avalancha”.

Posteriormente tuvo el primer encuentro con Jordi Sànchez. Su “actitud fue altiva, prepotente y complicada para mí, le dije que era agente de la Brimo y que tenía unas ordenes muy claras, y que sí o sí iba a llegar a la consejería, él me dice que va a llamar al president y al conseller y que me voy a largar, sacó su teléfono pero no sé si habló con ellos”.

En esta conversación, continuó, Sànchez le dijo: “Trapero se ha vuelto loco, saca a la brigada móvil de aquí”, así que “le dije que ya podía llamar al Papa de Roma que no me iría”. La actitud de Jordi Cuixart, en cambio, “en todo momento fue cordial”. Este incidente se lo comunicó al comisario, quien mantuvo la orden de llegar a la sede del departamento. Además, desplegó su unidad en las inmediaciones del Coliseo.

Una hora más tarde, en un segundo encuentro con Sànchez, manifestó, “su actitud cambió completamente, era conciliadora, ofreció ayuda y me dijo que intentaría calmar los ánimos de los ciudadanos para que llegásemos a consejería”. Asimismo, subrayó, Sànchez “medió e intentó apaciguar a los manifestantes” en la salida del teatro Coliseo para facilitar la salida de la letrada de la Administración de Justicia (LAJ). “No puedo negar que atendió mi petición de ayuda, porque a los diez minutos la gente desapareció”, afirmó.

Alrededor de las 23.45 es la última vez que habla con Sànchez, para despedirse, “me dice que ya no se hace responsable de la gente allí concentrada y recuerdo que hablamos de la cantidad de gente bebida que había”. Sobre las 00.15 le solicitaron un dispositivo de seguridad para poder ganar los vehículos de la Guardia Civil, “ya que hay un riesgo concreto, las armas”.

En ese momento, había unas 2.000 o 3.000 personas de modo que le informa al comisario que no ve “factible” la actuación. Sin embargo, su mando le ordena la “intervención inmediata” porque “están saqueando los vehículos y hay riesgo de que cojan las armas”. Asi que, sobre la 1.05 horas, es la primera vez que emplean la fuerza. “Tardamos unos diez minutos en ganar los vehículos”, pero “casi dos horas en despejar a toda aquella gente”.

“ERAN NECESARIOS 570 AGENTES Y PODÍA MOVILIZAR A 375”

También declaró el comisario jefe de la región policial de los Mossos d’Esquadra, Sergio Pla, quien aseguró que “no se introdujo por parte de la jefatura ninguna modificación, ni ninguna orden paralela o verbal”, ya que los principios de actuación eran los habituales de los mossos: “proporcionalidad, prudencia y oportunidad”.

El operativo del 1-O “supuso un esfuerzo enorme” porque “eran necesarios 570 agentes y podía movilizar a 375” por lo que tuvieron que participar agentes de unidades centrales. “No teníamos equipos suficientes, ni uniformes para todos, ni vehículos…”, recordó. A su juicio, “no estábamos capacitados, sin esa ayuda externa no podíamos hacer esa labor”. Según explicó, sus unidades de orden público intervinieron en cinco colegios donde consiguieron “rescatar urnas, papeles y sobres”, además “cerraron 15 colegios”.

Preguntado, por la Fiscalía si se cerraron cuando no había gente dentro, aseguró que “los efectivos aprovecharon el mejor momento”, aunque indicó que no conocía las circunstancias porque “esa información se pasa directamente al Cecor”.

Sobre estos 15 colegios que cerraron, el fiscal Zaragoza le comentó que hubo 11 actas en las que los mossos aseguraban que la votación no se detuvo, algo que el testigo aseguró que no conocía. “En cinco o seis días se levantaron casi 1.000 actas, eso para nosotros fue un trabajo tremendo”, agregó.

También declaró como testigo Irineo Alvarado, un ciudadano que votó en un centro de Maresme y que forma parte, junto a otras 20 personas, de un proceso abierto por los incidentes en Canyamars y Dosrius. El testigo aseguró que acudió a votar, pese a conocer que el referéndum había sido declarado ilegal, “porque votar no era ilegal”. Cuando estaba allí llegó la Guardia Civil. “La mayoría levantamos las manos y otros nos cogimos de los brazos. Empezaron a tirar a la gente, a arrancar a la gente, en mi caso acabé tirando en el suelo con los pantalones bajados y sin la coleta”.

Tras este episodio le retuvieron, “me dijeron que si me relajaba me soltaban”. Producto de este incidente sufrió contusiones y tuvo que tomar calmantes por dolor en una costilla, detalló. Durante la intervención de la Guardia Civil reconoció que hubo insultos, pero no amenazas, subrayó. Gritaban “votaremos, somos gente de paz, no pasareis, animales…”, pero no vio ninguna agresión por parte de los concentrados a los agentes, concluyó.

(SERVIMEDIA)
06 Mayo 2019
ICG/gja