Así se pronunció Borrell en un acto que los socialistas celebraron en Sevilla en el que participaron el presidente del Gobierno y candidato a la reelección, Pedro Sánchez, la secretaria general del PSOE de Andalucía, Susana Díaz, y el alcalde de Sevilla, Juan Espadas.

Borrell comenzó su discurso afirmando que “no es nada difícil hablar en catalán a un andaluz”, ya que “a Cataluña la han hecho también millones de andaluces".

Esto le sirvió para evocar su niñez “en un pequeño pueblecito del Pirineo” cuando llevaba el pan horneado por su padre a aquellas personas que, ataviadas con trajes oscuros de pana, barbas de varios días, cargados de maletas de cartón atadas con una cuerda y “con el hambre pintada en la cara”, llegaban a Cataluña en busca de un porvenir. “Ellos hicieron también mi país. Ellos también son catalanes”, aseveró.

Recordó que a esos andaluces se les llamaba “de forma despreciativa charnegos”, un término que ha desaparecido, si bien alertó frente a aquellos responsables políticos que construyen su proyecto fomentando una “atroz división entre unos y otros, entre los que están y los que vienen de fuera”.

Utilizó los reproches que recibe la líder de Cs en Cataluña, Inés Arrimadas, por su origen andaluz para denunciar el “despertar de los peores demonios de nuestra historia”.

Evocó su experiencia personal de hijo de emigrantes catalanes en Argentina para alertar del “mensaje absurdo” de quienes tanto en España como en la UE utilizan la inmigración “para dar miedo”.

Comentó que el ‘Brexit’ y el proceso independentista catalán presentan “puntos comunes” al basarse ambos en una “visión distorsionada de la realidad, que repetida una y otra vez ha dibujado un paraíso mítico”.

Tras alertar sobre los riesgos de la desinformación, apuntó que los mítines tienen como objetivo armar al auditorio de argumentos y razones, más allá del “aplauso fácil”.,para a continuación deplorar que en la actualidad “los gobiernos pierdan soberanía” y “la democracia pierda capacidad de deliberar”.

Trasladó a Sánchez que durante la última legislatura “el Parlamento no era un parlamento, sino una tasca de la peor cuantía, lleno de gritos y pataleos, en la que se dejó fuera a la palabra, que es lo mejor de la política”.

También le recordó el homenaje que tributó al poeta Antonio Machado en Collioure (Francia) junto con algunos descendientes de exiliados republicanos, “porque esos sí que fueron exiliados de verdad, no como otros”, y lamentó que en aquel acto “un grupo de hiperventilados” le llamasen “fascista”. “Es el mundo al revés y hay que volver a ponerlo cabeza arriba”, enfatizó.

A su vez, expuso que la unidad de España “no se construye a golpes de 155” sino “construyendo un proyecto de España que sea atractivo”. Si se consigue, según su punto de vista, “no habrá ninguno (catalán) que se quiera marchar”.

En clave europea, se preguntó si algún europeo se cree que cualquier Estado miembro tiene capacidad suficiente para “defender su civilización por sí solos contra gigantes y colosos” como China.

“Sólo la unión de los europeos podrá permitir que la UE sobreviva en el mundo”, dijo.

Presentó las elecciones del 26 de mayo como “existenciales”, porque “dibujan un escenario de sí o no entre caminos radicalmente distintos, uno de ellos muy peligroso”, lo que le permitió disertar sobre el orgullo que le producía viajar por Europa presumiendo de la inexistencia en España de un partido de extrema derecha, algo que ya no puede hacer, puesto que “estaba escondida y ha encontrado su forma de ser con un lenguaje que recuerda al de Queipo de Llano y Millán Astray”.