A preguntas de la Fiscalía contó cómo se desarrollaron las concentraciones del día 3 de octubre. El agente indicó que los manifestantes "iban acompañados por maquinaria agrícola, como tractores, tanquetas, etcétera". Les llamaron "asesinos, hijos de puta, fuerzas de ocupación… Para las familias no es agradable que a su padre o su marido le insulten o le impidan pasar por la calle”.

Tras asegurar que las protestas modificaron sustancialmente la vida cotidiana de los guardias civiles y sus familias, dijo que “no era posible ni aconsejable en absoluto salir a la calle. Los familiares de los guardias se tenían que plantear cómo iban a volver del trabajo, si se iban a encontrar algo, o los niños al volver del colegio tenían cierta aprensión por ver qué se iban a encontrar al llegar".

El 28 de septiembre se lanzó un artefacto incendiario en el interior del acuartelamiento de Igualada. El agente vio “unas llamas por los monitores, avisé a los bomberos y di la voz de alarma correspondiente. Los compañeros enseguida sofocaron el fuego y permanecí en mi puesto porque no me podía mover de ahí".

El artefacto fue examinado por un equipo de Policía Judicial y artificieros de los Tedax, que llegaron a la conclusión de que "estaba impregnado en combustible". Este acontecimiento “afectó bastante” a los guardias. “Muchas familias ubicaron los dormitorios de los niños a las habitaciones interiores, en lugar de hacia la calle, y estaban con los nervios de que se produjera una acción similar o una escalada, que podía pasar; un día te tiran un artefacto y otro día vete a saber", dijo el testigo.