Junqueras aprovechó el final de su intervención para hacer un alegado en favor del diálogo y de la política para encontrar una salida a las demandas independentistas en Cataluña y reiteró, como en la primera parte de su declaración, que “no es delito (votar), ni lo era, ni lo debe ser". "¿Cómo va a ser un delito trabajar pacíficamente para una opción política?", remachó.

En este juicio que, según su punto de vista, se está siguiendo contra el independentismo, “todos los demócratas deben sentirse interpelados. Esta es una cuestión que se tiene que resolver desde las instituciones catalanas, españolas, europeas e institucionales", dijo en un nuevo llamamiento al diálogo.

Junqueras reafirmó su voluntad de "dar cumplimiento al mandato de las elecciones del 27 de septiembre de 2015 y del referéndum del 1 de octubre y que se insertaba en la voluntad dialogante que siempre hemos demostrado, y que apelaba a buscar una solución política multilateral, que implicaba al conjunto de las instituciones españolas, y ese llamamiento lo seguimos haciendo".

En cualquier caso, dijo estar asumiendo “las responsabilidades que se me tengan que atribuir, que son políticas porque no pueden ser penales", e interpretó el trance por el que está pasado como una “oportunidad” para explicar que el conflicto de Cataluña exige "una solución política" que ha de ser "avalada de algún modo por el voto de los ciudadanos".