Tardà dedicó toda su intervención en el debate de totalidad de los Presupuestos Generales del Estado a comentar la falta de diálogo que ha encontrado en el Gobierno, la condición de ERC y PDECat para aprobarlos.

"Ustedes no se han atrevido”, les recriminó. “¿Y sabe lo que haremos nosotros? Nosotros insistiremos. Si ahora no se han dado las condiciones para un diálogo y una negociación, trabajaremos para que, cuanto antes mejor, este escenario se dé”. Poco después, lamentó: "Ahora lo teníamos en la mano, y no han sido capaces de aguantar el chaparrón de la derecha”. Y, finalmente, dejó una puerta abierta, pero de cara al futuro: “Trabajaremos para que esta oportunidad perdida no sea la definitiva”.

Tardà comenzó pidiendo perdón al interviniente anterior, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, por los lazos amarillos que, según había comentado en el debate tiene que quitar muchas veces su madre de su tienda, pero contrapuso los insultos en la fachada de su propia casa.

En todo caso, redujo a anécdota estos hechos, porque lo categórico es que el catalán es un pueblo “democrático, indefenso, cívico”, donde hay mitad de independentistas y algo menos de constitucionalistas, puesto que los votantes a los que representan los Comunes no son independentistas pero sí quieren ejercer el derecho a la autodeterminación.

Seguidamente se refirió al “juicio de la vergüenza” y a la “fractura emocional” que provocará entre “buena parte de Cataluña” y “buena parte de España”, y que auguró que tendrá más alcance que la generada por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut.

"SENTENCIA DE LA VERGÜENZA"

Exhibió una fotografía de los procesados y vaticinó que aparecerá en los libros del texto del futuro como “la sentencia de la venganza” contra un mero ejercicio de desobediencia institucional, pensando que “escarmentando” a los independentistas éstos iban a “arriar velas”, cuando eso es “pan para hoy y hambre para mañana”.

Tardà añadió que no se puede retener a Cataluña contra la voluntad de los catalanes, lo que viene exhibiendo como “principio de realidad”, y avisó de que una resolución no democrática del conflicto va a provocar sufrimiento en los catalanes pero también a la democracia española, porque “resurgen los fascismos”.

El portavoz de ERC recordó, como otras veces, que el propio Pedro Sánchez reconoció que el Estatuto catalán vigente no es el que aprobó el pueblo catalán y que el conflicto es de carácter político y los catalanes tienen derecho a decidir si quieren la actual autonomía o una más amplia. Pero afeó, como suele hacer, que esta alternativa deja fuera a los catalanes no autonomistas.

Acto seguido, reivindicó el apoyo de ERC a la moción de censura y a los reales decretos del Gobierno socialista, menos el de vivienda, desde la convicción de que “con el tiempo” se desembocaría en escenarios de diálogo y negociación, pero advirtió de que no se pueden hacer “trampas desde el minuto cero”, explicando que esto implica que poner encima de la mesa la autodeterminación es “tan legítimo” como poner la autonomía.

Tardà puso en valor que, pese a estar “catatónicos” por el encarcelamiento de sus compañeros del 1-O y la apuesta de algunos barones socialistas por ilegalizar a los independentistas, ERC siguió apoyando al Gobierno “pese a que algunos sectores independentistas no lo entendían”, con tal de que aquél “no se arredrara” en su apuesta por el diálogo.

“Y ustedes no se han atrevido”, les recriminó. “¿Y sabe lo que haremos nosotros? Nosotros insistiremos. Si ahora no se han dado las condiciones para un diálogo y una negociación, trabajaremos para que, cuanto antes mejor, este escenario se dé”. A la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, le reprochó en particular que les hubiera llamado “chantajistas”, cuando ERC ha votado a favor de casi todas las iniciativas socialistas pese a estar sólo de acuerdo con “el 10%”.

Finalmente, Tardà concluyó lamentando que no haya sido posible el diálogo “cuando ahora lo teníamos en la mano, y no han sido capaces de aguantar el chaparrón de la derecha”. Y, después de que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, le cortara para advertirle de que todavía no había hablado de Presupuestos y de que Tardà justificara que estos argumentos políticos son los que constan en su enmienda a la totalidad, sentenció calificando el desencuentro como una “oportunidad perdida” y prometiendo: “Trabajaremos para que esta oportunidad perdida no sea la definitiva”.