Las flores y los carteles cuelgan de las verjas levantadas por los operarios que realizan las obras actualmente en curso en los exteriores de la estación de Atocha, en el lugar que hasta hace sólo unas semanas ocupaba uno de los de los espacios de "top manta" más concurridos de la capital.

A lo largo de la mañana de esta jornada electoral podía verse cómo numerosos transeúntes se detenían en ese ugar y, tras permanecer en silencio durante unos minutos con la mirada fija en los mensajes de recuerdos de las víctimas y en los ramos de flores, seguían su camino.

Los mensajes de los carteles se mueven entre el consuelo a las víctimas ("Por y con las víctimas", "¿Por qué hay personas que nos arrebatan lo que más queremos?", "España y Colombia, unidas en el dolor") y la protesta de matiz más abiertamente político ("España está con vosotros, ánimo, os vengaremos en las urnas", "Fuera terroristas, nolas guerras", "Aznar, gracias por traernos la guerra").

Quizá el impacto emocional más devastador lo producen, sin embargo, los mensajes de quienes conocían a las víctimas y se siguen dirigiendo a ellas como si las tuvieran delante. Uno de estos dice: "Marisa, siempre estarás entre nosotros. Tu hija nunca estará sola, nosotros la cuidaremos".