11-M. 31 KILÓMETROS DE "ATASCO DEL MIEDO" EN LA CARRETERA QUE CRUZA EL CORREDOR DEL HENARES

MADRID
SERVIMEDIA

La carretera N-II, que crza el Corredor del Henares, registró hoy hasta 31 kilómetros de "atasco del miedo", con conductores de las ciudades más golpeadas por el terrorismo: Guadalajara, Alcalá de Henares, Torrejón de Ardoz, San Fernando de Henares y Coslada, entre otras.

A las 7,00 horas de la mañana, la estación de tren de Alcalá de Henares, desde donde supuestamente partieron ayer las "mochilas bomba" registraba un nivel de viajeros muy escaso y los aparcamientos habitualmente repletos estaban prácticamente desiertos. "Unaestación fantasma", decían algunos.

La gente caminaba sin prisa y tomaba los trenes que unían la capital del Corredor del Henares con Vicálvaro (primer enlace del metro de Madrid) y con la estación de Chamartín. Un día habitual, los trenes cierran sus puertas estrujando a los últimos viajeros incorporados. Esta mañana, asientos vacíos y apenas un centenar de ocupantes en cada tren, muchos de ellos inmigrantes.

La alternativa era la carretera, que registró grandes atascos desde primera hora de la adrugada. Desde el kilómetro 31, los coches circulaban despacio en dirección a la capital.

Muchos de los ocupantes de los vehículos viajaron ayer en el tren que baja a Madrid y se salvaron por minutos de la masacre terrorista y hoy, atentos a la radio, se lanzan a la carretera y se sienten más seguros en sus coches.

Los vehículos circulan despacio. No hay pitidos y ni siquiera los típicos coches que zigzaguean buscando recortar unos minutos el viaje. La mayoría de los coches van ocupados por una ersona, pero en los que van varios hay poca conversación. En las incorporaciones, los coches se ceden el paso. No hay prisa.

Cerca de Madrid el atasco es aún más cruel y se ralentiza a la altura del cartel que indica el desvío "Feria de Madrid", donde se encuentra el pabellón con los 198 muertos. La mayoría miran hacia la derecha entre un pequeño bosque de árboles y edificios en construcción para intentar ver algo. Todos piensan que ellos podían estar ahora ahí.

Empieza a llover en la capital y l mayoría llega, después de una larga hora de viaje a sus puestos de trabajo. De nuevo, la mañana de las llamadas telefónicas a los seres queridos. Ya estoy aquí.

(SERVIMEDIA)
12 Mar 2004
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