“Con nosotros, la empresa nada”, señaló Olivares, quien dijo que “hasta el último momento nadie se dirigió a él y solo se acercaron el doctor y la enfermera de la empresa; entonces, él lloro diciéndoles lo que estaba pasando y que si tuviera a un responsable de Metro delante querría pescarlo del cuello y poder decirle qué han hecho conmigo, quiero levantarme y volver al trabajo, a mi vida, y no puedo como estoy”.

La viuda del trabajador de Metro, que indicó que tenía reconocida la enfermedad, “pero a última hora cuando ya era innegable lo que tenía”, señaló, con lágrimas en los ojos: “Yo viví un infierno, igual que la otra afectada como esposa, y también la familia entera y él que quería volver a su vida, pero se fue”.

El trabajador, que falleció en mayo de este año, “en principio no tenía ni idea de lo que le estaba pasando”, según su viuda, quien añadió que “la primera señal fue que empezó a sentirse mal, con un dolor fuerte en el pecho. Pensamos que podía ser un infarto, lo llevé al hospital de Segovia y primero confundieron la enfermedad con una posible neumonía, de ahí le llevaron al hospital de Valladolid, donde le hicieron pruebas y detectaron la enfermedad que da a los que trabajan con amianto”.