Según informaron este lunes ambos centros de investigación, un tumor maligno se caracteriza por su capacidad de diseminarse por su entorno. Para que esto ocurra, las células del tumor deben adherirse al tejido que las rodea (principalmente colágeno) y ejercer fuerzas sobre él para propulsarse.

En este trabajo, publicado hoy en la revista ‘Nature Physics’, los investigadores situaron células de tumores de mama sobre una superficie rica en colágeno y observaron cómo se expandían. Midieron las fuerzas físicas ejercidas por las células durante este proceso, algo que no se había conseguido hasta ahora.

Con este método, descubrieron que la expansión del tumor depende de una competición entre fuerzas: las células se agarran entre ellas, manteniéndose unidas y, a la vez, se agarran a su entorno para escaparse. En función de qué fuerza predomine, el tumor mantendrá una forma esférica o se esparcirá completamente sobre la superficie.

El investigador en el IBEC, becario de ‘la Caixa’ y primer autor del artículo, Carlos Pérez, explicó que “es un proceso muy parecido al que ocurre cuando ponemos una gota de agua encima de una superficie. En algunas superficies, la gota se esparcirá completamente, como ocurre en una baldosa, mientras que en otras superficies permanecerá casi esférica, como ocurre en la tela impermeable de un paraguas”.

Pese a las similitudes encontradas entre los tumores y los líquidos cotidianos, la física de ambos fenómenos es muy distinta. El investigador de la UB, becario de ‘la Caixa’ y coautor del trabajo, Ricard Alert, agregó que “el mojado de superficies es un problema central de la física clásica que comprendemos muy bien. Sin embargo, los tumores parecen regirse por leyes muy distintas”.

Este descubrimiento pone de relieve la importancia de las fuerzas físicas en la metástasis, abriendo la puerta a desarrollar terapias para alterar la mecánica de los tumores como posible tratamiento.