El Gobierno de España explicó que su expulsión respondía a la violencia ejercida contra las autoridades españolas tras su salto a la valla. Tras ser devueltos a Marruecos, permanecieron en una prisión local de Tetuán mientras se organizaban devoluciones de los nacionales cameruneses y guineanos detenidos, según la ONG.

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, justificó la expulsión de los 116 migrantes que saltaron la valla el pasado 22 de agosto porque entraron en territorio español “de manera ilegal y agresiva”, por lo que al día siguiente se inició su devolución a Marruecos.

Para Amnistía Internacional, la “celeridad de la operación” plantea “interrogantes” en relación a la actuación de las autoridades españolas por el “acelerado” proceso de devolución. “En el periodo de menos de 24 horas que pasaron en España, sólo 12 abogados prestaron asesoramiento jurídico a las 116 personas”, denunció la ONG.

Además, no se habría informado a los abogados de que sus clientes iban a ser expulsados en menos de 24 horas, lo que “les privó de la oportunidad de impugnar de manera efectiva su devolución”, señaló Amnistía.

“Pese a la apariencia de un procedimiento de devolución, está claro que las autoridades españolas no respetaron salvaguardias fundamentales, y de hecho llevaron a cabo una expulsión colectiva de 116 personas a un país donde podían correr el riesgo de sufrir graves violaciones de derechos humanos”, recoge la organización humanitaria en un comunicado.

REDADAS Y ABANDONOS EN AUTOCARES

Y es que para la ONG, la manera de actuar de Marruecos para controlar la migración irregular no respeta los derechos de las personas en movimiento.

Prueba de ello serían las redadas en las barriadas donde viven personas refugiadas y migrantes en varias ciudades, con especial intensidad en las provincias septentrionales de Tánger, Nador y Tetuán, cercanas a las fronteras españolas, de las que da cuenta Amnistía Internacional.

Se calcula que, desde el mes de julio, unas 5.000 personas han sido introducidas en autobuses y abandonadas en zonas remotas cerca de la frontera con Argelia o en el sur del país, según la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH). Los autobuses salieron de Tánger, Tetuán y Nador y los dejan alejados de la civilización a su suerte.