El abogado de Zaplana había solicitado su libertad por razones humanitarias atendiendo a su estado de salud o, al menos, la permuta de la prisión por el arresto domiciliario. Zaplana, aquejado de una leucemia, fue sometido a un trasplante de médula en 2015.

El informe forense aportado por su defensa indica que el expresidente sigue afectado por un proceso agudo de su enfermedad que le mantiene con las defensas en mínimos y le expone a "infecciones oportunistas", que podrían agravar su estado.

La vigilancia policial a la que ha sido sometido Zaplana desde hace tres años indica que ha tenido una vida “muy activa”, con pocas limitaciones relacionadas con su estado de salud, por lo que la jueza entiende que no hay obstáculo para mantenerlo en prisión, a la vez que advierte de que "quien comete presuntamente un delito debe asumir las consecuencias".