Con el objetivo de analizar este síndrome, el IMO ha puesto en marcha un área especializada en ojo seco para ofrecer un mejor diagnóstico, tratamiento y seguimiento de esta enfermedad, en la que confluyen varios factores como la edad, el uso de lentes de contacto, la menopausia, los factores ambientales o, incluso, la alimentación.

La coordinadora de esta área de Ojo Seco, la doctora Mercé Morral, explicó que “aunque su nombre pueda llevar a equívoco, esta patología no consiste, simplemente, en no tener lágrima”. Por lo general, “se trata de una enfermedad multifactorial, compleja y crónica que afecta a la superficie ocular y que produce molestias, problemas visuales y, en algunos casos, lesiones en la córnea y en la conjuntiva”.

Por ello, tanto el diagnóstico como el tratamiento deben ser personalizados. A este respecto, la doctora Morral recordó que “al ser una enfermedad crónica, el tratamiento del ojo seco no termina al salir de la consulta del oftalmólogo, sino que requiere de una serie de cuidados y hábitos que el paciente debe mantener en casa”.

Los expertos del IMO aconsejan algunas medidas para mantener a raya la sequedad ocular como ser meticuloso con la higiene palpebral con la aplicación de calor sobre los párpados mediante compresas calientes y masajeando con movimientos verticales. Además, se recomienda evitar la calefacción y el aire acondicionado, tomar suplementos ácidos grasos Omega 3 en alta dosis y acudir de forma periódica a la consulta del oftalmólogo.