En este estudio, Ismael Ràfols, adscrito al CSIC, y Alfredo Yegros, de la Universidad de Leiden (Holanda), analizaron los esfuerzos de la investigación biomédica y observaron “importantes desigualdades” entre el esfuerzo investigador en algunas enfermedades y las necesidades sanitarias de la población.

De esta manera compararon la carga de una enfermedad (medida como años de plena salud perdidos) con el esfuerzo dedicado a investigarla (medido por las publicaciones que genera). A escala estatal, los tumores malignos representan el 20,6% de publicaciones científicas pero, sin embargo, tienen una carga de enfermedad que supera el 24,4%.

Asimismo, las enfermedades cardiovasculares también aparecen como relativamente “infraestudiadas” al recibir un 10,2% de las publicaciones, mientras que suponen un 17,1% de la carga de enfermedad. Lo mismo sucede con las enfermedades mentales y los trastornos de conducta, con una carga de enfermedad del 14,3% y un 8,5% de las publicaciones científicas.

Por eso los investigadores apuestan por una “visión más global” a la hora de plantearse las prioridades de la investigación biomédica, incorporando información sobre las necesidades sanitarias y dialogando con pacientes y otros sectores afectados.

"El hecho de que el 90% de la investigación del mundo se produzca en países desarrollados hace que las iniciativas de investigación mundiales encajen más con las necesidades sanitarias de las sociedades ricas que con las del conjunto del mundo", señalaron los autores del informe.

No obstante, en España enfermedades como la tuberculosis o la malaria figuran como patologías relativamente “sobreinvestigadas” para lo que necesita el país, cuando en el mundo aparecen como patologías de elevada carga de enfermedad y poca investigación.