Así lo explicó a Servimedia el promotor del proyecto y concesionario del faro, José Luis López, quien se mostró satisfecho por la marcha del hotel. “Pese a todo estoy contento porque los clientes responden y les gusta”, afirmó.

En concreto, tras su apertura en abril del año pasado, el faro solo permaneció abierto un mes, hasta que el consistorio les exigió unas obras en una barandilla y una tubería.

Tras realizar estos trabajos, que requirieron una inversión de 33.000 euros, el faro pudo reabrir el 1 de diciembre, una vez obtenida la autorización municipal.

Desde entonces, según López, el faro ha contado con visitantes todos los fines de semana y tiene ya reservas para el verano. El precio medio de sus dos apartamentos es de 200 euros diarios en fin de semana y de unos 120 euros entre semana.

Sin embargo, la disputa con el Ayuntamiento no ha concluido, ya que López aspira a construir una cafetería en el faro, algo que, de momento, el consistorio sigue sin autorizar.

De hecho, López tiene previsto presentar una reclamación por los costes generados por la reforma que mantuvo cerrado el hotel siete meses, en la que además del montante de las obras, pedirá una indemnización por el lucro cesante y por el impacto en la imagen del establecimiento.

El faro cuenta con capacidad para ocho huéspedes, repartidos en dos apartamentos de unos 40 metros cuadrados, con dos habitaciones y un baño cada uno de ellos.

El Consejo de Ministros dio el 22 de mayo de 2015 su visto bueno para que este faro se convirtiera en hotel. Desde entonces, la concesionaria, que gestionará el faro durante 10 años prorrogables por otros cinco, abona un canon anual de 21.780 euros.

Tras permanecer fuera de servicio desde 1983, este faro fue el primero de España en conseguir esta autorización, que han obtenido también el de Punta Cumplida en la isla de La Palma y el de Cudillero en Asturias.

Esta actuación se enmarca en el programa ‘Faros de España’, un proyecto con el que el Ministerio de Fomento trata de potenciar el desarrollo de actividades sostenibles en los faros a través de la entrada de iniciativa privada que garantice su conservación.

Con ello, el Gobierno quiere impulsar la puesta en valor de estas edificaciones singulares aprovechando espacios, como las antiguas viviendas de los fareros, que han quedado en desuso.