Así lo dijo durante su intervención en la Comisión que analiza el estado del modelo autonómico en el Congreso, en la que defendió la necesidad de lograr “acuerdos en materia de Educación, de agua y, si se estima oportuno, de reforma de la Constitución”.

En este contexto, dijo que España “precisa” de manera “urgente” de un Pacto de Estado sobre la Educación “para lograr la estabilidad y la eficacia de nuestro sistema educativo”.

Argumentó su tesis en que, la enseñanza de la Historia, tal y como es hoy impartida en algunas comunidades, “supone un riesgo para la convivencia presente y futura, hay que denunciarlo”.

No obstante, aclaró que sin que cada uno se escore en posiciones centralizadoras, descentralizadoras o recentralizadoras, se debe “abordar la necesidad de que ciertas materias que son troncales a los currícula se decidan a nivel estatal”, de ahí su apuesta principal por un Pacto de Estado por la Educación.

No obstante, remarcó que “la voluntad no es de imponer, de usurpar ni de generar malestar, sino todo lo contrario”, “acordar”, para alejar ese “revisionismo incendiario” que impulsan los nacionalismos.

Con esta premisa, indicó que “si estos persisten en su actitud generadora de distorsión de la realidad, de permanente confrontación y de incitación al odio, entonces soy partidario de que el Estado rescate esa competencia sin complejo alguno”.