Al acudir a la capilla ardiente de Manuel Marín en la Cámara Baja, Barreda definió a Marín como “un compañero del alma” con quien compartió concepción del mundo y de la vida desde la infancia.

Explicó que conocía a Marín desde el colegio y que precisamente fue quien le convenció para que se incorporara al PSOE en unos años en los que se hablaba de la importancia de “arrimar el hombro porque iban a pasar muchas cosas”.

Marín, continuó Barreda, es un “ejemplo estupendo” de la generación del 78 que a veces ha sido “injustamente denostada por algunos” cuando contribuyeron a pasar de la dictadura a la democracia, a que España se incorporara a Europa y que diera “un salto de modernización realmente impensable” unos años atrás. “Manolo Marín merece permanecer en nuestro recuerdo. Ha muerto un hombre, pero vivo queda su nombre”, defendió el expresidente de Castilla-La Mancha.